Un oro a la persistencia

m. v. f. vigo / la voz

VIGO

Habituada a ser segunda, la luchadora viguesa Sara Viéitez aprovechó que su gran rival cambiaba de categoría para subir a lo más alto del podio en el Nacional sub-23

09 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

De no tener ni idea de en qué consistía la lucha a subir a lo más alto del podio de su disciplina y «no poder vivir» sin ella. Esa ha sido la relación de la deportista viguesa Sara Viéitez, del Club San Ignacio, con la lucha olímpica, el deporte en el que este fin de semana se proclamó campeona de España sub-23 en Murcia. «Empecé por una vecina de mi edad que estaba probando y me animó porque le gustaba mucho. Fui a ver cómo era y hasta hoy».

En los casi diez años transcurridos desde entonces, Sara, de 22, ha pasado a convertirse en una gran promesa de este deporte. A Murcia viajó con el oro entre ceja y ceja, y consiguió traérselo al cuello como se había propuesto. «Iba sabiendo que esta vez tenía que ganar. La expectativa era esa», admite. Su máxima rival en sénior ha dejado de ser sub-23 y, sin ella enfrente, toda la presión pasaba a la viguesa. «Era la segunda de mi peso y pasaba a ser la primera, así que en cierto modo estaba obligada a ganar», señala.

Sin embargo, cumplir los pronósticos fue de todo menos fácil. «Nunca, nunca es sencillo ganar un combate», recalca. Aparte de que donde ella suele sufrir más es en el primero, y este Nacional no fue la excepción. «Siempre me cuesta meterme. En este caso iba por detrás y se acababa el tiempo... Llegué a pensar que me quedaba ahí, sin luchar siquiera por las medallas», recuerda. El espíritu que siempre le ha guiado en su deporte fue lo que le llevó a no rendirse en esos momentos críticos. «Me dije: ?Estoy aquí para luchar y mientras esto no haya terminado, tengo que seguir?». Así dio el primer paso hacia el oro.

Los dos siguientes combates los afrontó «más tranquila», el primero ante una rival a la que ya se había medido en otras ocasiones y el definitivo con una contrincante con la que nunca antes se había enfrentado. «Con todas me costó, pero al final conseguí la meta con la que había ido». Pese a ser así, tardó en asimilar la victoria. «Te lo esperas y no te lo esperas. Tuvo que pasar un tiempo para que realmente me diera cuenta de que la medalla era mía».

Viéitez se inició en la lucha en su actual club, el San Ignacio, con 13 años. A los 16 obtuvo una beca del Centro de Tecnificación de Galicia y continuó en Pontevedra durante dos años su formación académica -cursaba primero y segundo de Bachillerato- y deportiva. Luego disfrutó durante tres años de una nueva beca en el CAR de Madrid que no le fue renovada esta temporada. «Solo hay una plaza por cada peso y fue para esa chica que me gana en sénior», explica.

Lejos de desanimarse, ha regresado al centro pontevedrés, en este caso con una beca externa. «Vivo en un piso, pero entreno tanto por la mañana como por la tarde», dice. Y agrega que se trata de un deporte «muy duro». «Tiene una parte de sufrimiento, de tener que bajar de peso para poder competir en tu categoría, de entrenar muy duro y llegar a la competición y perder...», enumera.

En esta ocasión, a ella le ha tocado la parte dulce. Como espera que suceda en su próximo reto. «Dentro de dos semanas compito en el Campeonato de España sénior. No sé si podré ganar, pero sí que me veo más preparada que en años anteriores. Estará más igualado», pronostica. En el horizonte, si el seleccionador cuenta con ella, el Europeo de marzo.

«Iba sabiendo que esta vez tenía que ganar. La expectativa con la que iba era esa y en cierto modo estaba obligada»

Luchadora viguesa del San Ignacio