Bajo los adoquines está la playa

Antón Lois VIGO / LA VOZ

VIGO

El proyecto no contempla medidas que frenen el impacto ambiental.
El proyecto no contempla medidas que frenen el impacto ambiental.

Ministerios del PSOE y PP exigieron eliminar las infraestructuras para recuperar Samil

09 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Se decía en París, mayo del 68, que bajo los adoquines estaba la playa. En Samil también. Jonathan adjudicado, y mala noticia para evitar la desaparición y facilitar la recuperación de la playa. Si me permiten el juego de palabras, a los ecologistas nadie nos gana en derrotas, pero la partida sigue en juego. Quienes estamos en la cosa ambiental por la parte educativa consideramos que la vida es un proceso de aprendizaje, así que aprovechemos para repasar lo aprendido en este culebrón que no termina. Aprendimos que entre la verdad y la mentira existe un espacio intermedio, que consiste en decir solo una parte, la que interesa, y callarse el resto. Se dice que Elena Espinosa firmó un proyecto para la recuperación ecológica de Samil, cierto, y que el gobierno de Rajoy lo aparcó, también cierto. Pero no se dice el motivo, concreto y condicionante, por el que los ministerios de medio ambiente, primero Elena Espinosa y Rosa Aguilar (PSOE) y luego Cañete y Tejerina (PP) mantienen aparcado dicho proyecto y su asignación presupuestaria correspondiente. Es muy concreto: Previamente se deben retirar las concesiones privadas y las infraestructuras públicas de Samil. En eso, vaya, coincidían y siguen coincidiendo los ministerios de medio ambiente del PSOE y del PP. Lo que nos lleva al siguiente aprendizaje, que tiene que ver con la ciencia. Aquí aprendimos que los informes científicos son indiscutibles, cuando nos dan la razón, pero se ignoran cuando nos la quitan. Véase el informe de la Universidad sobre la regeneración de Samil, que de forma categórica diagnostica que perderemos la playa irremediablemente si no se retiran todas las infraestructuras ubicadas sobre el arenal, y como dicho informe era determinante, se incorpora al PXOM. Pero la alcaldía hace caso omiso del mismo cuando toca la renovación del Jonathan. Porque también aprendimos la facilidad con la que se puede llegar al esperpento cuando se trata de justificar lo injustificable, y escuchar a Carmela Silva equiparando la recuperación de O Vao con el solar de As Dornas es un buen ejemplo. Ni siquiera necesitaría la vicealcaldesa un cursillo básico sobre ecología de los ecosistemas litorales, solo hace falta que vaya a un sitio y otro y compare. ¿De verdad le parece lo mismo o nos toma el pelo? Pero una vez que se toma velocidad por la cuesta del esperpento es difícil frenar y se lanza Silva a decir aquello de que el Jonathan es perfectamente compatible con la recuperación de las dunas, o lo que es lo mismo, que los científicos (de la Universidad de Vigo y del Ministerio de Medio Ambiente) no tienen ni puñetera idea. No está mal aprender que, a veces, una remodelación total de una infraestructura puede considerarse «obra menor» para poder legalizar la concesión. Y sobre eso se fundamenta el recurso que varios colectivos ciudadanos presentamos el viernes. De paso, aprendimos que existen sorderas crónicas, pero otras selectivas. El alcalde que, ante un grupo de vecinos protestando, se arruga y anula el traslado a un nuevo local del programa Sereos (y ahí siguen en la calle) se mantiene en cambio firme frente al clamor vecinal que le pide que no renueve las concesiones de Samil. Y en esta línea aprendimos que el discurso y la acción política son divergentes. El mismo alcalde que ante la reforma electoral reclama (y le damos la razón) que por la más elemental esencia democrática debe ser la mayoría quien decida es quien, donde gobierna en minoría y puede predicar con el ejemplo, se pasa por el forro lo que diga la mayoría política y social e impone su criterio. Bien es cierto que lo hace porque esa mayoría de la corporación se lo consiente. Confirmamos el papel irrelevante de la concejala de Medio Ambiente. Más allá del zoo y del anuncio un par de veces al año de las novedades en su programa de excursiones, ni está ni se la espera en los graves conflictos ambientales. Desautorizada por su propio grupo en el asunto de la playa perruna y con la edil de urbanismo sentando cátedra sobre ecología litoral, el ostracismo de Chus Lago empieza a dar lástima, aunque las penas con dedicación exclusiva se llevan mejor. Si el alcalde, pero también el PP y el BNG, consideran que la cantidad y calidad de su trabajo justifica esa dedicación exclusiva de siete años, no hay más que decir. Nosotros ya pedimos su cese, con escaso éxito. No olvidemos el aprendizaje de que las cosas, si se pintan de verde, parecen verdes. Vistas las infografías del proyecto del nuevo Jonathan casi, casi, da el pego ecológico. Todo muy bonito e ibicenco. Confiemos en que los temporales de invierno facilitarán que, si se mantiene ese diseño entre hortera y mediterráneo, quizás la naturaleza, en un momento de cabreo, terminará solucionando el problema y recuperando lo que es suyo. Finalmente hay dos cuestiones relevantes. Primero, conviene saber que los procesos de aprendizaje son estériles si se olvidan, por lo que no olvidemos lo aprendido, y tengámoslo en cuenta cuando decidamos libremente a dónde ir, o a dónde no, cuando queramos tomarnos una «relaxing cup of café in Samil». Al menos no seamos cómplices. Y para terminar nos falta el nombre de la cosa. ¿Mantendrá el sitio su nombre? Si los adjudicatarios permiten la sugerencia creo que Algarrobico Vigo le quedaría bien.