El RH de los pobres

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua LA TRAPALLADA

VIGO

05 jun 2014 . Actualizado a las 11:37 h.

Estoy deseando que el Concello de Vigo nos convoque a filas apelando a nuestro muy patriótico espíritu ciudadano. No me llega el día de escuchar al alcalde arengándonos, marcial, hacia una lucha sin cuartel contra el mundo. Y me atrevo a reclamar que, cuanto antes, se pinche a todos los vigueses y viguesas con una jeringuilla en nuestro brazo izquierdo para que se analice nuestra sangre. Algo distinto tiene que haber. Si Xabier Arzalluz encontró en aquello del RH negativo la identidad esencial del pueblo vasco, seguro que nosotros, los vigueses, tenemos algo distinto en nuestra sangre. Algo que nos hace especiales, diferentes. Superiores.

La última medida del purasangrismo es la discriminación de los pobres. Sí, sí, los pobres ya están discriminados por su propia pobreza. Pero no me refiero a eso. Hay más. El Concello ha decidido restringir las ayudas a personas de escasos recursos, solo a aquellas familias en las que todos sus miembros lleven al menos tres años empadronados. El año pasado pedía solo uno. En los casos de inmigrantes, les exigirá el permiso de residencia, que hace un año tampoco requería. Hemos cambiado: ahora somos solidarios con fronteras.

Tampoco es que extrañe. El gobierno local de Vigo reparte certificados de idoneidad con el mismo frenesí con el que se dedicó durante años a plantar los letreros rojos de Alcaldía como si fuera un conquistador de las Américas. Gracias a eso, hemos descubierto que hay pobres y pobres, algunos que merecen ser ayudados y otros que no, algunos con RH puro y otros sin él. Qué se le va a hacer.

No hay tantas dudas para todos esos chavales a los que el Concello paga una estancia en Inglaterra. Se les beca a todos, aunque sus padres sean millonarios, y solo se les exige estar empadronados desde este año.

Pero, claro, los pobres no votan.

angel.paniagua@lavoz.es