Monforte sigue buscando a su nuevo vecino multimillonario. Que tiene en su cartera un décimo del Niño agraciado con 400 millones de euros, de los cuales 80 se los embolsará Hacienda, por decreto del dicharachero ministro Montoro.
En un simulacro de justicia fiscal, este país cobra al que gana la lotería, pero sigue siendo un paraíso para las grandes fortunas. Los muy ricos siguen contribuyendo de forma ridícula a las arcas públicas. En vida, tienen las sicav o los atajos infinitos del impuesto de sociedades, para pagar poco menos que nada. Post mortem, el impuesto de sucesiones casi ha desaparecido. Y, en último recurso, siempre se pueden llevar el dinero a Suiza, un clásico entre las clases pudientes en España. Así lo demuestran Luis Bárcenas o el propio rey Juan Carlos, de quien supimos en verano que tuvo sin declarar 728 millones de pesetas en el paraíso fiscal alpino.
Así que no debe preocuparse nuestro millonario monfortino. Porque acaba de entrar en un selecto club donde podrá hacer lo que le venga en gana.
España, al fin y al cabo, es el país de los millonarios. Y, como prueba, el INE acaba de desvelar que su número ha crecido un trece por ciento en los últimos cinco años. Así que, mientras la gente perdía su empleo o la echaban de su casa, los millonarios se multiplicaban. Porque este no es país para pobres. Sino un país para ricos, que vienen buscando el sol y la tranquilidad de saber que los impuestos los pagan los tontos que trabajan. Pero, también, los parados, condenados a subidas del IVA mientras bajan IRPF y el gravamen a los grandes capitales y a las operaciones especulativas.
Porque, en España, no te toca la lotería y te haces millonario.
Es que, si eres millonario, te ha tocado la lotería.
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