El investigador Manuel Santos, del CSIC, acaba de revolucionar la visión del origen de Vigo. En un estudio publicado por la Universidad de Santiago afirma que la ciudad romana no se llamaba Vicus. Era imposible. Nadie consideraría aldea un importante puerto comercial, con una gran industria de la salazón y prósperas villas residenciales como la de Toralla. Santos ha descubierto que el nombre de Vigo (vicus) surge en la Edad Media, cuando la ciudad romana desaparece y sus habitantes se reparten por aldeas por el Val do Fragoso.
El trabajo va a abrir un interesante debate. Para los curiosos, está disponible en la web www.academia.edu . Y, como la principal afición de los historiadores es criticarse entre ellos, es seguro que no faltarán reacciones. La cosa se va a animar, para bien de la ciudad y del conocimiento de su pasado. Por de pronto, el tema fue ayer una bomba en las redes sociales. Sobre todo por el nombre propuesto para el Vigo romano: Burbida. No faltan quienes defienden que era Borbén, por el parecido del nombre. Pero, ¿por qué no podría ser Berbés?Todavía se desconoce la etimología del viejo barrio marinero. El investigador Gerardo Sacau sugería que Berbés procediese de berberecho. Otra teoría apunta a que el nombre alude a las cuestas del barrio. Mientras que Luis Lara sospechaba que se llamaba así por las barbas de los comerciantes maragatos que acudían a comprar pescado. Puestos a especular, ¿por qué Berbés no es un topónimo heredado de la vieja Burbida?
Pero todo ello está en el plano de la especulación, mientras que el estudio de Santos es todo rigor científico. Y, por primera vez, parecen encajar todas las piezas del rompecabezas del Vigo romano.
Aunque ya en el siglo XIX hubo hallazgos arqueológicos latinos en el municipio, la revolución se ha vivido en los últimos años. Las salinas del Areal, la necrópolis de la calle Hospital, los restos de ánforas de la Bética, el ungüentario bizantino, las columnas y muros de Marqués de Valterra... todo habla de una población importante. El Vigo romano era próspero, como lo demuestran los apellidos con origen mesetario que aparecen en las lápidas funerarias. O el antropónimo Publicia, que habla de la presencia de esclavos públicos pertenecientes a alguna institución. Nada de esto podría encajar con un vicus.
Hay que agradecer al doctor Santos que nos ofrezca una nueva visión de Vigo. Que, además, despierta interés. Ayer, en las redes sociales el tema dio también lugar al humor. Hay quien ya propone el Real Club Celta de Burbida. El lema «Por un Burbida millor» y el plan «Abrir Burbida ao Mar». En lo que no hay duda es en que los romanos trajeron el cultivo del olivo, pura identidad viguesa. Aunque no podrían disfrutar del aperitivo local favorito, las patatillae. El tubérculo sólo existía en América.
Queda la duda del gentilicio. ¿Eran burbidenses, búrbidos o burbilitanos? ¿Cómo se llamaban nuestros antepasados? Para mí no hay duda: se llamaban jichos, evidentemente.
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