Como en su propia casa

b.r.sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

La familia Campos Ferreira continúa al frente del local famoso por sus tortillas

18 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Tortilla, jamón asado, chorizo y queso con membrillo. Esa es la básica y a la vez mágica receta del éxito del bar San Amaro, un local de los verdaderamente míticos de Vigo que continúa exactamente igual que como era a mediados de los años 60 cuando José Campos y su mujer, Carmen Ferreira, cogieron el traspaso en 1976. «Nosotros seguimos haciendo lo mismo, no inventamos nada», reconoce el hostelero. José y Carmen, naturales de la villa termal de Laias, en Ourense, emigraron de allí con destino a Suiza, donde estuvieron en una localidad cercana a Lausanne durante 17 años. Ambos recuerdan con mucha nostalgia aquella época de su vida, pero la morriña y la oportunidad (la hermana de él iba a tener otro hijo y ya le resultaba complicado hacerse cargo del local), los devolvió de nuevo a la tierra, algo de lo que a veces se arrepienten, porque les gustaba el estilo de vida suizo. Así que cogieron los bártulos y llegaron a Vigo sin saber nada del gremio. «Yo trabajaba en el sector de la mecánica y mi mujer era pulidora de diamantes. Ahora pule las sartenes», bromea.

Pulidora de diamantes

Carmen se acerca y cuenta que fue su cuñada la que la puso al día con los fogones. «Yo no tenía ni idea, pero tampoco la tenía de pulir diamantes y lo hice durante muchos años, y eso que cuando llegué no entendía nada», reconoce. «Regresamos a Galicia con la idea de estar un par de años ¡y han pasado 35!», se asombra. Ahora Carmen es la reina de su cocina y la maestra de las tortillas. Le cuesta dejar su trono, en el que se siente tan feliz como en su propia casa, y renquea para dejar que sean sus hijas las que manejen los fogones. «Y eso que mi hermana es muy buena cocinera», asegura la mayor, que confiesa que el secreto de la famosa tortilla de su madre, «que a nosotras también nos sale muy bien -acota-, está en la calidad de los ingredientes y en la frescura, ya que se hace al momento, como todo lo que se come aquí», añade. María del Carmen y Ana Isabel nacieron en Suiza y tenían 10 y 5 años, respectivamente, cuando retornaron. Desde entonces crecieron en el San Amaro y actualmente es la primogénita la que está más en el día a día del negocio donde todos ellos comen habitualmente. El San Amaro siempre ha sido una empresa familiar y lo sigue siendo. Tanto, que además del menú clásico que todo el mundo conoce, lo que ofrecen diariamente es lo mismo que lo que Carmen ha pensado para dar de comer a los suyos. «Este es mi segundo hogar», afirma. «Voy al mercado y según lo que vea, compro, judías, lentejas, merluza....», recuenta mientras vigila la paella y sus hijas comentan que la carta básica funciona tan bien que introducir novedades «cuesta un montón».

La ubicación del bar San Amaro, en el corazón de una de las áreas de movida nocturna, lo ha convertido a lo largo de sus años de historia en un referente alimenticio frecuentado por propietarios y trabajadores de pubs, músicos, espectadores de conciertos y periodistas. En sus mesas se han sentado numerosos actores, artistas, escritores y músicos de bandas que actúan en los locales cercanos.

Pero José, que se jubiló hace cinco años, se lamenta de que la zona haya perdido la actividad que tuvo en el pasado, cuando estaban rodeados por comercios, empresas e instituciones (Gran Iberia, Telefónica, los juzgados, Prenatal...) que daban vida a su calle, en la copera zona de Churruca, ahora casi muerta durante el día. «La hostelería, a partir del 85, dejó de ser rentable, no hay clientes y ahora con la crisis no hay quien levante cabeza, como tengas empleados, es la ruina», opina, en referencia a la situación general y muy enfadado con los políticos y sobre todo, con la SGAE: «¿Qué es eso de tener que pagar cada año 240 euros por tener una televisión?, ¡eso es una estafa!», considera.