La afición cumplió su parte

Víctor López VIGO / LA VOZ

VIGO

Fue el jugador número doce y puso el primer gol de la eliminatoria

09 jun 2011 . Actualizado a las 12:31 h.

El estadio de Balaídos registró su mejor entrada de la temporada con 20.341 seguidores. Muy lejos del lleno que se puede esperar cuando un equipo se juega el ascenso de categoría, pero lo suficiente como para superar con creces el número de espectadores que acudirán el sábado al Nuevo Los Cármenes.

Ya en los aledaños del recinto, la afición ponía su clásico «que sí, joder, que vamos a ascender», que luego se convertiría en el cántico repetido desde la angustia de una grada que quiere ver a su equipo de nuevo en el lugar del que nunca debió salir.

«Real Club Celta, alé, alé, alé» fue el otro grito de guerra entonado por la grada desde el minuto uno. En el primer cuarto de hora no cesaron los gritos de apoyo. La conexión de los Celtarras con Marcador, en ese Fondo que ha ganado terreno en Preferencia, fue otra vez el alma de la afición celeste. Sus cánticos de ánimo no cesaron en ningún momento a pesar de que los estímulos que le ofreció su equipo llegaban a cuenta gotas. En la primera parte el balón que le cayó a De Lucas en el vértice del área pequeña levantó al público. Fue la primera vez que el gol celeste estuvo cerca. Después de nuevo el Brad Pitt celeste puso a prueba a Roberto y Trashorras también lo intentó en el rechace. La grada se conformaba con lo mínimo. La eliminatoria es de 180 minutos y los aficionados lo entendieron mejor que nadie.

Estos pequeños avances de su equipo le espolearon pero su cuota de participación la pusieron al tratar de intimidar al rival cada vez que fingía una falta, apuntar con un láser al meta rival, o increpar al contrario cuando hacía una entrada a destiempo. Era la contribución de una grada a la que se le había reclamado que se convirtiese en el jugador número doce, y lo fue.

La explosión de Río fue atronadora cuando Herrera llamó a Iago Aspas para que saltase al campo. Su entrada en el césped fue celebrada como la entrada de Curro Romero en multitud de plazas. Todo el mundo confiaba en el arte del zurdo celeste. De sus botas salió el tanto céltico. Su pase magistral para la entrada de Hugo Mallo y el balón llegó a Michu. Fue el delirio. La comunión del asturiano con la grada es total. Su versión más visceral es la que ha permitido al Celta dar un paso de gigante hacia la final de los play off. El jugador que el celtismo cree que la próxima temporada pertenecerá a otro equipo, demostró a todos que, de momento, será el más celeste. La clasificación está en el aire pero la afición céltico ya hizo su parte.