Tú la palabra y yo la escenografía

B.R. Sotelino VIGO/LA VOZ.

VIGO

El poeta y el artista se conocieron hace veinte años pero hace trece comenzaron a trabajar juntos en proyectos puntuales. Vilas es el «arquitecto» visual de la creación lírica de Oroza

10 ene 2011 . Actualizado a las 12:26 h.

El de Carlos Oroza es un trabajo solitario. Uno no puede ser poeta de otra forma. Pero sí puede requerir la colaboración de otros para que su obra vuele más allá de los libros, para, por ejemplo, flotar en el aire con su voz y la ayuda del sonido y la imagen.

Hace veinte años que Oroza conoció a Carlos Vilas Bugallo. Su primer encuentro fue en la histórica taberna El Eligio. Por aquel entonces, el artista estaba tramitando un nuevo futuro, mascullaba decidirse a dedicar su vida a lo que más le gustaba, así que estaba a punto de dejar su trabajo como profesor de Filosofía, la profesión para la que se había formado. Cimentaron su amistad charlando miles de horas, pero pasaron siete años hasta que decidieron fusionar sus respectivas aptitudes para convertirlas en espectáculos únicos.

A las composiciones poéticas del trovador de Viveiro se fueron sumando en acciones puntuales las creaciones plásticas del pintor vigués. «Él integra su pintura a mi poesía. Crea la arquitectura escénica para desarrollar la acción plástica. Es una renovación constante del mismo discurso adaptado al tiempo», explica Oroza.

«Empecé pintando en directo con él en una cámara negra, que es lo que Oroza venía haciendo con otros pintores desde hacía años, pero sin cuajar un discurso paralelo. Luego pasamos a hacer instalaciones y eso fue evolucionando hacia otro tipo de plástica de desarrollos, hasta llegar a la videocreación. A veces uso piezas mías en ellas, pero en otras ocasiones genero creaciones en vídeo que nacen solo para dar forma a la palabra de Oroza. Desde hace 13 años yo me ocupo de la plástica en los recitales como colaborador permanente», añade Vilas.

Esa es la parte visual. Pero también está la faceta sonora. «Cuando nos conocimos él empezaba sus recitales con Mahler, con Stockhausen..., yo le he ido proponiendo incorporar elementos contemporáneos», indica. Así, sobre la voz de Oroza recitando sus propios textos flota el trip-hop y el house sobre bases sampleadas, pero sin olvidar a Mahler. El poeta asiente. El ritmo pre-rapero ya estaba con él antes de que se inventase. «Son afortunados accidentes del azar, hay que contar con él. Hay que estar predispuesto a la sorpresa», aconseja. «La poesía es una fatalidad. El triunfo nos domestica a todos», dice, cambiando de tema, como acostumbra.

Aunque desde los años 70 su obra ha sido publicada y sus versos rítmicos y libres, como él, conforman una de las trayectorias más exquisitas de la poética contemporánea española, Carlos, bendito ser humano que convive sin decir ni que sí, ni que no, con las etiquetas de poeta maldito y underground , es un poeta oral. «La oralidad entendida como el proceso anterior a la imprenta. La oralidad viene de orar, pero no en las iglesias», aclara.

El genial creador de Viveiro, que lleva ya muchos años siendo el vigués más distinguido que pasea su imaginación por las calles de la ciudad que le adoptó como él a ella, siempre le da vueltas a las palabras. Por eso reescribe una y otra vez sus oraciones .

Ahora prepara algo nuevo: «Tengo un libro en proceso que se llama Una luz puntual », anuncia. Carlos Oroza escribe como un artesano. Y opina al respecto: «Al arte sano había que ponerle un guión. El arte manual es un arte-sano. La técnica es un apoyo. No puedes permitir que te invada. Lo importante es el espíritu», piensa.

Pero gracias al soporte audiovisual, su voz ya se puede «guardar» para siempre. La última colaboración de los dos Carlos es un audio-libro, Preludio a Cabalum. Cabalum. Malú , que publica Pai Música. Una joya.