El Celta recupera la verticalidad y doblega con facilidad al Oviedo

La Voz X. R. C. REDACCIÓN/LA VOZ.

VIGO

15 ago 2010 . Actualizado a las 02:24 h.

El Celta recuperó en Ribadeo parte de la confianza perdida. Por la victoria frente al Oviedo y por el juego. Los celestes tuvieron verticalidad, buscaron un ritmo alto y apenas dejaron opción a los asturianos. El único foco de preocupación, las licencias defensivas que no aprovecharon los de Pichi Lucas.

Herrera quiso hacer del Enma Cuervo una probatura seria. Puso un equipo tipo y tan solo lo movió superada la hora de partido. De nuevo colocó a Trashorras en el doble pivote puro escoltado por Bustos y en ataque se apoyó en un cuarteto del pasado. Los socios Abalo y Aspas, Michu entrando desde la izquierda y Papadopoulos como referencia.

Y la apuesta funcionó de un modo mayoritario. En el centro del campo Bustos lo barrió casi todo, Trashorras se encargó de servir balones para los delanteros y en ataque la derecha del arousano fue un desfiladero. Quizás faltó un poco de juego en el costado izquierdo porque Michu no es interior, pero fue el ovetense quien encontró el camino del gol con el primer tiempo muy avanzado. Enganchó un zurdazo desde la frontal y Aulestia -el mejor carbayón en Ribadeo- no pudo llegar a un balón que tocó en el palo y se metió en la red.

Antes los celestes habían coleccionado ocasiones para estrenarse pero el trabajo de Papadopoulos no tiene correspondencia con su resolución, Abalo sigue enfadado con el gol y Aspas no acertó en un par de oportunidades.

Durante este acto inicial el Oviedo apenas pasó del medio del campo, pero cuando lo hizo dejó al descubierto las necesidades defensivas viguesas. Hasta en tres ocasiones en la misma jugada el gol se mascaba en la portería de Sergio sin que nadie quitase el balón, pero el equipo de Segunda B no tuvo ningún acierto.

Un solo cambio

Buena prueba de la seriedad de la cita para el Celta es que en el descanso Hugo Mallo fue el único hombre de refresco, y entró por un Carlos David que sufre demasiado como lateral derecho. Y aunque Pichi Lucas buscó oxígeno con un batallón de cambios, el desenlace fue idéntico. Un Celta mandón, con el balón en sus pies y coleccionando oportunidades. Pero tan solo acertó quien más lo necesitaba. Si Michu no celebró el gol por respeto a sus 14 años como jugador del Oviedo, Papadopoulos exteriorizó su alegría por rematar a la red una asistencia del ovetense. Había estado buscando su segundo gol de pretemporada durante todo el partido y al final lo consiguió.

Poco después compartió campo por primera vez con David Rodríguez. Durante 10 minutos se hizo realidad el 4-4-2 anunciado por Herrera, y aunque las ocasiones siguieron llegaron el marcador ya no se movió. Tampoco lo hizo el Oviedo, que dispuso de una ocasión clarísima de Gonzalo sin un opositor en el área pequeña que le incomodara.

El triunfo frente a un Segunda B no debe invitar a echar las campanas al vuelo, pero la intención y el ritmo apuntan a que el Celta está en el buen camino.