El Celta respira, Eusebio sobrevive

X.R. Castro

VIGO

Dani Abalo marcó a los cuatro minutos y Michu anotó mediado el segundo tiempo tras empatar los andaluces

02 may 2010 . Actualizado a las 11:17 h.

El Celta respira. Y Eusebio también. De nuevo la visita del Cádiz fue balsámica. Dos arreones en un tedioso partido fueron suficientes para ganar, aunque con el corazón en un puño. Los cadistas respondieron al tempranero gol de Dani Abalo al aceptar otro regalo de la zaga celeste y tan solo el empuje de López Garai salvó a los vigueses del bochorno en el segundo acto. Sentenció Michu para que Balaídos respirase aliviado y para que el técnico pucelano vuelva a salvar otro match ball .

A los cuatro minutos Dani Abalo levantó las manos al cielo pidiendo perdón. No había cometido la enésima falcatruada del equipo en los últimos tiempos. Imploraba misericordia de la afición después de firmar un tanto antológico. Prolongación de Oriol, control de balón y vaselina para superar a Dani.

Fue lo mejor con diferencia de un primer tiempo con tintes de tostón, pero también de tarde relativamente plácida para los vigueses. El Cádiz apenas daba señales de vida. Tan solo en un par de deslices de Botelho -el que más desentonó- en la banda izquierda.

Lo demás vestido de celeste fue pragmatismo en estado puro. Con ganas además de demostrar compromiso. La palabra que más ha estado en duda a lo largo de toda la semana. En este panorama, el doble pivote dio consistencia al retocado dibujo táctico -al final fue un 4-2-3-1-, Michu fue adaptándose al carril zurdo, Dani Abalo se aproximó a su mejor versión con un par de penetraciones y Oriol demostró ser un delantero boya de primer orden. En su debut como titular en el primer equipo ganó todos los balones aéreos, los repartió con sentido y presionó como nadie. Incluso pudo dar la asistencia del segundo gol, pero Trashorras pecó de egoísmo tras el servicio del catalán. Garai estaba solo para enterrar la contienda.

El segundo tiempo comenzó con regalos. El primero no lo aprovecharon tres jugadores cadistas en el segundo palo tras un córner. Pero el central De la Cuesta aceptó la invitación en el segundo saque de esquina. Entró solo y cabeceó a placer el empate.

Fue el detonante para que el Cádiz se lo creyera. Los andaluces adelantaron líneas, buscaron la espalda al Celta, se hicieron con el control del partido y comenzaron a visitar los dominios de Yoel ante un Celta a la deriva, descolocado, descosido y al borde del suicidio.

La casta de Garai

Pero este Celta que muchas veces parece un equipo sin alma tiene a López Garai. Y la casta del vizcaíno fue suficiente para levantar al muerto. El se inventó, con inteligencia, un pase atrás en una de las contadas llegadas al área rival y Michu cambió con un gol la historia del partido. Un par de minutos después fue el bilbaíno quien estuvo a punto de sentenciar desde la frontal. También pudo hacer diana Oriol con un zurdazo ajustado. En ambos casos respondió Dani.

Pero en Vigo hace tiempo que se ha olvidado el concepto «partidos cómodos» y quien más y quien menos se preparó para el arreón final del Cádiz. Que llegó en el descuento por partida doble. Primero con un cabezazo sin oposición de Ogbeche que desvió Yoel en la mejor parada de la tarde y después en un disparo rebotado desde tres cuartos de campo que salió dos palmos por encima del larguero. Ninguno de los dos hizo diana y el celtismo, y Eusebio, pudieron respirar. El Celta duerme con un colchón de seis puntos y el pucelano supera el enésimo ultimátum. Pero para la permanencia todavía queda mucho y jugando como ayer los 50 puntos se harán de rogar.