«Un moroso vive en Toralla, con yate y todo, pero dice que no tiene dinero»

La Voz VIGO |

VIGO

Cada mes recibe entre sesenta y setenta peticiones de las empresas para recobros. Con la crisis, las deudores aumentaron un 20%, pero solo pagan la mitad, los otros no tienen

26 oct 2009 . Actualizado a las 11:46 h.

Xulio Vázquez A su lado un cobrador del frac sería como un extra de una película de Fred Astaire. Jamás avergonzaría a los deudores empleando aires de machista. Tampoco le gusta utilizar las tarjetas de visita. Y mucho menos la violencia. Lo suyo es poco ruido y muchas nueces. El físico es su mejor arma disuasoria. Siempre lleva traje y percha tiene para lucirlo. Se trata de un negrazo cubano, de 1,88 metros de estatura y 90 kilos de peso. Los morosos lo ven como un armario y alguno, por lo bajinis, hasta le habrá llamado gorila. Pero en su vida real tiene más que ver con Gigi, el amoroso , porque Wilson Simón Orlando (44 años y natural de Guantánamo de Cuba) es el típico conquistador y seductor caribeño. De su boca no saldría aquella famosa frase de Marlon Brando en El Padrino : «Le haré una oferta que nunca podrá rechazar». Él mismo se define como un negociador y es bueno en su oficio, porque no mezcla el ocio con el negocio. Seguro que los que deben van a estar más preocupados por pagar que los acreedores por cobrar. La empresa para la que trabaja también tiene un nombre de lo más persuasivo: El diablo del moroso. Utiliza un coche rosa con ese eslogan en letras negras y la figura del maligno. No pasa desapercibido, ni yendo por la Gran Vía en hora punta. -¿Cuándo salio de Cuba? -Llegué a España hace nueve años. -¿A qué se dedicaba en la isla? -Era profesor de Educación Física y trabajé como entrenador de boxeadores. -¿Nunca compitió? -Sí, fui boxeador durante doce años. Participé en campeonatos nacionales e internacionales dentro del peso semipesado (81 kilos). También practiqué el béisbol. -¿Ganó algún título? -En campeonatos nacionales. -¿Cómo consiguió el visado para venir a España? -Conocí a una gallega en La Habana, nos enamoramos y acabamos casándonos. Así logré los papeles. -¿Su primer trabajo aquí? -De pintor de brocha gorda. Luego trabajé como ayudante de Francisco Amoedo en su gimnasio con boxeadores. Ahora estoy empleado en El diablo de los moroso. Antes ya había trabajado algún tiempo con El torero y El naranjito, dos empresas de este mismo ramo. -¿Tiene algún traje con el distintivo de la empresa? -Sí, es un disfraz de diablo. Pero nunca lo puse, porque siempre he llegado a acuerdos con los morosos para que salden sus deudas, aunque cada vez es más difícil. -¿Aumentan las deudas con la crisis? -Sí, aumentaron las reclamaciones un 20%. Cada mes recibimos entre 60 y 70 peticiones de las empresas para recobros. -¿Y la eficacia? -Ronda el 50%. Porque algunos no se niegan a pagar, pero no pueden. Y hay que darles tiempo. -¿Por dónde actúa? -Por toda Galicia. Pero también fui a casi todas las provincias de España e incluso a Portugal. -¿Cantidades importantes? -Sí, desde 6.000 hasta 400.000 euros o más. Son deudas de facturas y pagarés que le deben a empresas casi todas gallegas por la mercancía adquirida. -¿Algún moroso a la vista? -Hay uno que vive en la isla de Toralla, con yate y todo, porque también tiene un coche de lujo. Incluso presume de llevar a sus hijos a colegios privados. Pero debe 300.000 euros y dice que no tiene dinero para saldar la deuda. Y es de familia rica. -¿Y cómo le reciben? -A veces con amenazas de muerte. Pero yo voy a dialogar con ellos. Y, cuando ven el coche rotulado, se enfadan, pero alguno no nos deja otra opción, aunque solo vayamos hasta su portal.