La pinacoteca

VIGO

19 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Santi Domínguez va a montar en A Ferrería una pinacoteca. Que es como montar en Rande un puente, en Samil, una playa, y en O Berbés, un puerto. Una pinacoteca en A Ferrería es ir a un sitio para hacer lo que ya hay. Y no solo porque al barrio chino de Vigo, a «pinar» iba mucha gente, sino porque la zona ya ofrece al viandante unos cuadros que son auténticas obras de arte.

A Ferrería es, actualmente, un bodegón, una naturaleza muerta. En alguna esquina, súbitamente, aparece un paisaje con figuras, aquí un Toulouse Lautrec, allá un Van Gogh y, al fondo del camino, el grito de Munch junto a modelos de Degás, Van Dongen y Brassaï. Más que un barrio, aquello parece un belén viviente, donde las figuritas rotas te miran desde el portal.

Si A Ferrería estuviese en el París de la Exposición Universal, Vigo habría ya alumbrado toda una generación de pintores. Nacería toda una corriente estética, cuyos artistas andarían por los bares bebiendo láudano y cortándose las orejas. Pero la cosa no da ni para eso. Lo que hay allí es, sencillamente, un drama social y humano.

No hay duda de que la pinacoteca sea una buena idea. Que permitirá remozar un hermoso pazo en el centro de Vigo. Que sacará los cuadros de las catacumbas de Castrelos. Que dará vida a un barrio muerto, por donde muchos vigueses tienen miedo a pasar. Puede apuntarse un tanto Dosio Álvarez, nuevo concejal no electo y, antes, asesor, aunque le pase como al herrero y el palo, que no se aplica a sí mismo los más elementales consejos. Por lo que, desde aquí, le vamos a dar dos: el primero, que de vez en cuando se cambie de traje y, en gran audacia, vaya algún día en mangas de camisa. Y, el segundo, que deje en casa el maletín. Está usted muy equivocado si alguien le ha informado de que ver a un concejal con un portafolios en la mano transmite imagen de trabajo. El maletín, en manos de un político, significa otra cosa. Aquí y en Alicante.

Dados estos consejos gratuitos, subrayemos que la pinacoteca es buena idea. Otra cosa sea que debe ir acompañada de otras. A Ferrería es hoy un inmenso cráter en el que se cambian canalizaciones y aceras en virtud del Plan E. Además, se han vaciado y se rehabilitan no menos de veinte edificios. La mayoría de los prostíbulos han cerrado y, los que quedan, dan miedo. Pero en sus puertas sigue habiendo personas. Mujeres que sufren, azotadas por males terribles.

Es así que, ya que el BNG controla también el área de bienestar social, urge que que la rehabilitación del barrio no se haga solo a golpe de piqueta, de urbanismo y de cultura. Vigo sigue sin un albergue para transeúntes. Hace tres meses que se cerró el de emergencia, en la Escuela de Hostelería. Las asociaciones de beneficencia tienen problemas para llegar a fin de mes. Y los tiempos vienen crudos. Confiamos en que no se olvide que, además de cuadros, hay personas. Y que hay que pensar soluciones, en lugar de empujar a los pobres a que se vayan, sin más.