Todos en el ovni

VIGO

28 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

A Vigo, va a llegar antes el ovni que el AVE. Como nos hacen más caso los extraterrestres que los ministros, es fácil que, en un futuro cercano, viajemos a Madrid en ovni, mientras que resulta improbable que lo hagamos en el AVE.

El pasado viernes, el ufólogo Marcelino Requejo presentó en la ciudad un libro sobre platillos volantes que recoge un avistamiento en Valladares. Allí, en 1999, una niña y su vecino vieron en el cielo una gigantesca nave, con forma de melón, en la que viajaba unos hombrecillos a los que se podía intuir por las ventanillas. No sabemos qué se les pudo perder a los marcianos en las estribaciones del monte Alba, pero por lo visto el episodio cuenta con toda la credibilidad de los expertos en la materia.

Gracias al avistamiento de Valladares, nos hemos situado en el mapa de la ufología internacional. Aunque, como suele suceder, hemos de lamentar que el platillo volante se limitase a flotar sobre una vivienda unifamiliar de una parroquia de Vigo, en lugar de aparecerse sobre el Corte Inglés en rebajas, en la procesión del Cristo o en un partido del Celta en Balaídos. En los dos primeros casos, los testigos habrían sido más numerosos. Y, en el último, hubieran sido escasos, porque al fútbol ya no va nadie, pero los que van se pasan hora y media desesperados, mirando al cielo.

Los marcianos, está visto, son de natural tímidos. Y no gustan de manifestarse ante grandes masas de testigos. Hasta ahora, el ovni más famoso de Vigo era el de Juan Minguela, el reputado peluquero que, en los años setenta, vio posarse un platillo volante de madrugada sobre unas rocas en su finca de Saiáns. Releía el otro día la noticia, en la colección de El Pueblo Gallego, y el periodista de la época entrevistaba a una vecina de Minguela, Consuelo Pérez, que aportaba este testimonio: «Ver, eu non vin nada; pero a hora do ovni, despertei sudando e sentín un extraordionario calor». Con estos mimbres, es obvio que no haríamos un episodio de «Expediente X». Y que Encuentros en la Tercera Fase hubiera sido una película de humor. Y, por ello, hemos de agradecer que haya venido el caso de Valladares a dignificar a la ciudad en este tema.

Así pues, ya sabemos que los marcianos muestran más interés por Vigo que los conselleiros. Y que nos cursan regulares visitas. Unas veces vienen a Saiáns a mariscar percebes. Y, otras, suben a la novia en el ovni al monte Alba, con la vieja excusa de contemplar las vistas. Urge, por tanto, ponerse en contacto con estos señores para que vengan más a menudo. De poder ser, incluso que nos pongan una línea regular de ovnis con Madrid. O mejor, señores alienígenas, pueden ustedes abducirnos a todos. A los vigueses, en el planeta Tierra, nos hacen poco caso. Así que no nos importaría empezar de nuevo. Viviremos encantados en su mundo al otro lado de las estrellas. Vayan sacando trescientos mil billetes, sólo ida, en el Astromil.