Soledad Antón ¿Le gustaría que una calle de su ciudad llevara su nombre y en el Ayuntamiento no parecen por la labor? No hay problema. Para casos así está el autoservicio. Lo inventó Modesto Martínez hace un decenio, con excelente resultado. La historia se remonta a una madrugada de julio de 1999. Modesto, madrileño de nacimiento -«soy del barrio de Tribunal», explica-, había decidido trasladarse a Vigo. «Estaba muy vinculado a A Guarda, donde veraneaba, así que aposté por instalarme en Galicia», dice.
Con el fin de despedirse de los amigos, organizó una fiesta. Cuando se acabó la comida y parte de la bebida, les pidió a todos que lo siguieran. Enfiló hacia un callejón próximo, situado entre las calles San Mateo y Beneficencia -«realmente era un solar que, al abrirse al público, creó una calle sin nombre», explica-, desempaquetó una placa que había adquirido en una tienda de recuerdos en la que se leía «Pasaje de Modesto Martínez», y le pidió al más alto del grupo que la colocara sobre la pared.
Lo que nunca se imaginó Modesto es que, después de un decenio, la placa, ya muy descolorida por su escasa calidad, seguiría allí. La ven a diario transeúntes, policías y profesores y estudiantes, ya que a dicho callejón da uno de los accesos del instituto en el que vota Alberto Ruiz Gallardón, que volverá a pasar por allí el 7 de junio.
Ninguno se ha preguntado quién es ese Modesto Martínez o, si lo ha hecho, ignora la respuesta. La ignoran incluso en el Ayuntamiento, a cuyo departamento de urbanismo se dirigió el autor de la travesura para inquirir sobre el particular. A vuelta de correo, le contestaron que, desde el Ayuntamiento de Madrid, se trabaja para que los ciudadanos puedan vivir en paz. «No entendí nada», dice.
La cosa no acaba ahí. Hace tiempo que Google Earth ha ubicado el lugar, pero lo que ha terminado por darle carta de naturaleza es su inclusión en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid dentro de una ordenanza municipal. ¿Ahora que saben la verdad quitarán la placa?