El Espanyol pone nervioso al Barça

VIGO

30 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Una idea resultona, un grupo entregado a ella y todo echado a perder por la traición de un compatriota. Así se plantó ayer Pochettino en el Camp Nou y así le fue. El Espanyol tuvo las semifinales a un pasito y hasta ahí llegaron.

No les pintaba mal la cosa a los pericos hasta que Cristian Álvarez, sustituto de Kameni, cantó como un alevín. Luego volverían a poner al Barcelona contra las cuerdas, pero no alcanzó la pegada.

Hay equipos (uno) que aspiran a ganarlo todo y otros (muchos) para los que la Copa es un artículo de lujo. El Barça le saca doce puntos al segundo en Liga y el Espanyol habita a cuatro de la salvación. Asumidos sus papeles, ambos retorcieron el guión de la ida hasta cambiar por completo al elenco protagonista. Guardiola puso a Alves, a Xavi y a Messi. Pochettino a Sergio Sánchez.

El trío no figuraba entre los titulares del primer encuentro, hace una semana, mientras que el españolista era el único que repetía en su equipo de los que salieron al inicio de aquel partido. Sin embargo, durante media hora a los visitantes les alcanzó con los actores de reparto. La táctica de su técnico ahogó al rival y permitió lanzar un par de contras peligrosísimas.

El Barça dedicó 33 minutos a perder balones y a juguetear con el suicidio en cada saque de esquina. Amante de la estrategia, Guardiola debería haber ordenado a los suyos lanzar el balón directamente a la banda en cada córner. Habrían originado el mismo peligro (ninguno) y se habrían ahorrado las continuas carreras para tapar las salidas de los blanquiazules.

Marcaje individual

El 4-14-1 dispuesto por Pochettino produjo un cortocircuito en la medular que impidió la habitual salida en tromba culé. Lola y Sergio Sánchez se turnaron para acosar a Xavi con un pegajoso marcaje individual. De Messi se encargaban en grupos de a cuatro. No faltaron patadas, como manda la tradición del rival blaugrana, y los pericos llegaron con 19 faltas al descanso.

Así estaban las cosas en el 33, cuando a Sylvinho le dio por tirar a puerta desde su casa. Pelota que llega mansita a Cristian Álvarez y el portero argentino que se la traga para sorpresa de todos menos uno. Bojan estuvo rápido para empujarla dentro. Lo de abrir la lata se pensó para partidos como el de ayer. El Espanyol pareció dimitir y el Barça empezó a llegar puntual, cada tres minutos, para acosar al guardameta visitante. En el 36, 39 y 42 llegaron fácil Messi, Xavi y Gudjohnsen. Agua los tres y al descanso.

Al volver de los vestuarios, la lata seguía igual. Otros tres minutos tardó Bojan en aprovecharlo. El delantero se agarra a los pocos partidos que le da su entrenador para intentar demostrar que tiene sitio en el equipo. Para su segundo gol tiró de clase y picó la bola por encima del portero. Siete minutos más y Piqué hacía el tercero al rematar un centro de un Alves tan inconmensurable en Copa como en Liga. Los locales tenían el partido hecho.

Claro que faltaba por aparecer la suerte que compensara la entrega del Espanyol y la cortesía del anfitrión. La primera apareció en el 58. Pasaban 180 segundos desde el cabezazo de Piqué y Coro lanzaba un chut que rebotaba en Puyol y acababa en la red. La gentileza corrió a cargo de Pinto, que empeñado en dar vida al encuentro y devolverle el favor del 1-0 a su colega argentino, se tragó un chutazo de Callejón.

A partir de ahí, la locura. Los pericos, con tres delanteros, tuvieron dos para pasar de ronda. El Barça, tres claras para golear. Pero noventa minutos no daban para más.