De profesión, compradora personal

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

27 feb 2008 . Actualizado a las 11:41 h.

Vamos, el sueño de tantas y tantas personas hecho realidad. El único pero es que los objetos que se adquieren van a parar también a armarios ajenos. En pocas palabras, eso viene a ser un personal shopper, profesión mucho más demandada de lo que pudiera parecer. También en Vigo. Lo sabe bien Pilar Fernández, cuya cartera de clientes no para de incrementarse desde que hace tres meses decidió dedicarse no sólo a comprar para terceros, sino ayudarles a potenciar sus cualidades personales más positivas.

Podría parecer que en una ciudad como esta el mercado es escaso, pero no. Vigo esta cuajada de empresas y, por tanto, de empresarios y de ejecutivos/as. Normalmente con largas jornadas laborales y poco tiempo para encontrar los gemelos que mejor le van al traje gris, la corbata que combina con la camisa malva o el atuendo más apropiado para cerrar el supercontrato del mes en el campo de golf en el que les ha citado el firmante del contrato en cuestión.

Otro caladero no menos importante de clientes son los particulares, mujeres sobre todo. En este caso buscan consejo para saber qué traje es más adecuado para tal o cual evento (un cóctel, una cena, un viaje de negocios, una boda...) e incluso qué peinado o qué maquillaje completaría mejor el conjunto.

La obligada discreción impide a Pilar Fernández dar nombres, pero buena parte de su nómina de clientes son bien conocidos en la ciudad, unos en el campo empresarial, otros en el político. En lo que sí insiste es en recalcar que el personal shopper en absoluto es un lujo, muy al contrario, sostiene puede ahorrarnos dinero. «¿Quién no ha gastado muy buenos euros en un traje que termina arrinconado en el armario porque se da cuenta tarde de que no le favorece?», pregunta.

Le pido que me cuantifique el precio que tiene ese no lujo. «130 euros por toda una mañana de compras». Explica que éstas no se hacen al buen tuntún. De hecho, el primer mandamiento de una buena compradora personal es comprobar el fondo de armario del cliente, y el segundo echarse una buena parrafada con él para conocer sus gustos, los de su pareja, hijos, padres, amigos.... Porque otra tarea para la que Pilar Fernández empieza a estar solicitada es para comprar regalos de cumpleaños, de boda, de empresa... cuando el que tendría que hacerlos bien no dispone de tiempo, bien es consciente de su dudoso gusto, bien nunca es capaz de acertar.

Le pregunto a Pilar si hay pecados mortales en el mundo de las compras. Me dice que más que pecados hay reglas de oro. La principal es no salir de comprar en un momento de enfado o cuando se está haciendo una dieta muy severa. «Sería como entrar en un supermercado con el estómago vacío», explica gráficamente. Otros consejos que no tienen precio son huir de las faldas largas si somos bajitas, apostar por el rojo o el violeta si somos morenas de tez clara, o por el blanco y el negro si somos rubias.

Le pido una valoración de los políticos locales. «Corina Porro tiene mucho gusto; nunca se excede ni con el maquillaje ni con las joyas, es muy elegante. Abel Caballero es correcto pero necesitaría un toque más personal; pasa desapercibido. En cuanto a Santiago Domínguez, le faltan detalles para ser elegante. A veces es tan sencillo como elegir unos bonitos gemelos o unos zapatos o incluso un pasacorbatas. Un vigués que sabe vestirse y jugar con los complementos es José Manuel Fernández Alvariño». A la hora de señalar con el dedo a alguien verdaderamente mal vestido elige una persona de allende el Padornelo para no herir susceptibilidades: «La Duquesa de Alba es un perfecto ejemplo de cómo no hay que vestirse». Palabra de experta.

Cristina Narbona tiene algunos muy buenos amigos en Vigo y alrededores. Por eso pudo obviar la reserva de hotel en su última visita a la ciudad el pasado fin de semana. Después de una jornada plagada de actos, cena incluida, aún tuvo folgos para una charla distendida antes de retirarse a descansar cuando el reloj ya había dado las dos de la madrugada.

Apenas cinco horas después ya estaba levantada, disfrutando del amanecer en el Val Miñor. Antes de las ocho estaba pegada al teléfono respondiendo a preguntas varias de periodistas radiofónicos. Mal sabían ellos que justo al acabar la entrevista le esperaba un desayuno, todavía en pijama, a base de zumos (dos) de naranjas no sólo recién exprimidas, sino recién cogidas del árbol, tostada y café de Colombia recién molido a grado uno. Y lo que es mejor, con vistas a un hermoso jardín que lleva la reconocible firma del maestro Francisco de Sales y en el que ya empieza a oler a jazmín.

No es de extrañar que a Cristina Narbona le pidiera el cuerpo hacerse la remolona cuando llegó la hora de salir pitando rumbo al aeropuerto y, de paso, a sus obligaciones. Entre éstas, curiosamente le esperaba una relacionada con el recién abandonado (a regañadientes) Val Miñor: Presidir en el Museo Thyssen la entrega de premios de la Fundación Biodiversidad. Y es que entre los premiados estaba el biólogo y concejal de Medio Ambiente de Nigrán, Juan Hermida, por un proyecto de recuperación de una importante franja litoral. En este caso la importancia de premio radica en que significa que contará con subvención para ponerlo en marcha.

Juan Hermida está también empeñado en realizar un sendero litoral aprovechando el dominio público para recuperar esa franja como patrimonio natural. Los paseantes de Nigrán se lo agradeceremos.