A vueltas con la longevidad

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

07 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Las ha descubierto (o eso afirma) Anselmo Balzola y está dispuesto a compartirlas. Aunque aún le faltan tres lustros para llegar al siglo, asegura que el suyo es un buen ejemplo, máxime después de haber mirado a la muerte cara a cara hace unos años. Todo el secreto radica en la alimentación. Y no tanto en los productos como en la forma de comerlos.

La teoría la ha explicado por activa y por pasiva, pero anoche ofreció una clase práctica en una cafetería de A Dloblada. El acto sirvió también para presentar en sociedad el Club Matusalem, que empezará a funcionar en enero.

Todo parece tan sencillo que lo extraño es que el mundo no esté plagado de centenarios. La lista de obligaciones se reduce a beber dos vasos de agua en ayunas (tibia mejor) y otros seis vasos más a lo largo del día con la prohibición expresa de hacerlo durante las comidas porque, dice, dificulta la digestión.

A los adultos les aconseja un vaso de vino tinto y al resto una bebida que él mismo se ha inventado que se obtiene mezclando litro y medio de agua con dos dientes de ajo, una cebolla, un tomate, una manzana y un pimiento verde, amén de un pellizco de sal y otro de azúcar. Después de hervir durante 80 minutos se deja enfriar, se cuela y listo.

La segunda clave es masticar muy bien cada bocado, a ser posible en silencio y tomar fruta al menos una hora antes de sentarse a la mesa. El ejercicio (entre 30 y 40 minutos diarios) lo reserva para después de la cena. La de anoche consistió en un bocadillo de salmón y un vaso de vino.

Con todo, el que sí tiene que estar en posesión del secreto para llegar a centenario es Genaro López, al que ayer ofrecieron una comida en el hotel Coia un grupo de amigos y compañeros del club de jubilados del barrio precisamente para soplar sus primeras cien velas. Felicidades.

Son vitales para que la construcción se mantenga en condiciones un siglo y los que haga falta. Está demostrado que, en el caso del ser humano esos cimientos pasan por la lactancia materna.

Aunque cada vez son más madres las que optan por dicha alimentación, no está de más recordar la ristra de ventajas de ofrece, que no es poca. Y eso fue lo que hicieron ayer en la plaza de la Princesa un grupo de ellas convocadas por DeLeite. Fue en el transcurso de un acto que bautizaron como Festa da teta. Porque en eso quieren que se convierta la lactancia, en una fiesta.

Es una mezcla que, impepinablemente, sienten los distinguidos por Érguete con sus premios a la solidaridad. Sobre todo aquellos que no saben de qué va la cosa. Se esperan un acto al uso y se dan de bruces con una cena multitudinaria en la que priman las buenas vibraciones. Ni Rosalía Mera, ni Raúl Clemente ni María López daban crédito. El único que no se quedó con la boca abierta fue Francisco Sánchez que, al haber asistido otras veces como invitado, ya sabía de qué iba la cosa. Hablando de asiduos, Ana Pastor volvió a dejar patente su fidelidad, igual que tantos otros políticos de todos los colores, empresarios, gentes de la judicatura, de la seguridad ciudadana...