Por si fuera poco lo ya recogido, en el mismo libro de plenos se insiste en el destino del inmueble, que en consecuencia no se ignoraba en aquel momento, como se ha dicho muchas veces. La licencia se adjudicó por la corporación, siempre según el acta correspondiente, «exenta del arbitrio municipal establecido sobre construcciones por tratarse de un edificio dedicado a prestar el importante servicio de instrucción popular».
Es conocido, aunque menos que el episodio de Artes y Oficios, que tiempo después se concedió a Vigo una Escuela Superior de Artes e Industrias o de Industrias, que se llamó de los dos modos. Siempre he considerado este establecimiento como el germen de la Universidad viguesa, dado que a partir de la época de entresiglos impartía los títulos de peritaje, razón del antiguo prestigio de estos estudios en Vigo, y otorgaba también los de aparejadores. Pues bien, resultó que no había local para este centro y García Barbón, una vez más, acudió a ayudar a los vigueses. El domingo 16 de octubre de 1904 se inauguraba el edificio y un par de semanas más tarde, José García Barbón se dirigía por escrito a los responsables municipales y del centro, enviándoles copia de las escrituras de donación y reclamaba que de éstas, «se haga una numerosa tirada, con objeto de que todo el pueblo pueda conocer los fines y condiciones de la donación». Esto explicaría que cuando se establece cualquier debate sobre estos establecimientos comerciales, muchos vigueses, porque conservan copia de aquellos documentos, debaten las condiciones en que se hicieron las donaciones.