Cuestión de gustos

La Voz

VIGO

La Mirilla

18 oct 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Todos los clientes de Coque, el restaurante que Mario Sandoval regenta en Humanes de Madrid lo son. Incluidos, claro, los más vips entre los vips. Aprovechando que el famoso y televisivo cocinero estuvo el martes en Vigo no me resistí a preguntarle sobre los gustos de algunos de los comensales más conocidos que han pasado por su casa. Como en botica, hay de todo. Por ejemplo, a Baltasar Garzón le pirra el cochinillo. Cuando entre toma de declaraciones a fulanitos y menganitos encuentra un hueco para una comida tranquila, se planta en el restaurante, busca acomodo en una de las mesas más a salvo de miradas indiscretas, y se da un homenaje. Fiel casi siempre al cochinillo, con los vinos es tan previsible. Sus gustos abarcan una amplia lista de denominaciones de origen, aunque sus favoritos son el Ribera del Duero y el Borgoña. Otro que conoce bien la profesionalidad de Mario en la cocina es Alberto Cortina, al que considera un extraordinario gourmet. Tanto el financiero como su mujer, Elena Cue optan siempre por menús degustación. Ni que decir tiene que el maridaje de vinos que eligen es de sobresaliente. Curiosamente, la ex de Cortina y ahora pareja del Duque de Huéscar, Alicia Koplowitz, también ha requerido alguna vez los servicios de Sandoval. Y digo requerido porque, más que trasladarse a Humanes, lo que hace es poner la cocina de su casa a disposición del equipo del Coque cuando tiene invitados. La Koplowitz rubia siente debilidad por el marisco (y quién no) y por las aves. De personas con muy bien diente califica Mario a los Príncipes de Asturias. Eso es lo que han demostrado. Al menos en su casa. Don Felipe y Doña Letizia suelen decantarse por el menú degustación. Es la forma de probar un poco de todo. Si hemos de hacerle caso, Letizia Ortiz deja los platos limpios, lo que implicaría que su único problema con la comida es que, por mucho que asalte la nevera, no engorda. Vamos, el sueño de tantas y tantas mujeres que, con sólo oler los alimentos, ya engordan. El que, después de haberse comprometido a hacerlo, al final no apareció por el Salón Delicatessen fue Carlos Falcó, que dejó a los organizadores compuestos y sin conferencia. Él se lo pierde. Que no sólo de los vinos del Marqués de Griñón vive el hombre. Sin ir más lejos en el mismo escenario que Falcó obvió tuve oportunidad de descubrir el ribeiro tinto. El culpable fue Antonio Torrado, responsable de una de las empresas de distribución más conocidas de la ciudad. Me dio una razón de peso para no negarme a probar un tinto del Ribeiro: «si no lo haces, nunca podrás saber lo que te pierdes». Y, claro, probé. Resultado, terminé por anotar el nombre el vino, a la sazón A torna dos pasás. Sólo por curiosidad, en cuanto llegué a la Redacción lo busqué en Palabras da terra, la publicación que, editada por la Asociación de Funcionarios para a Normalización Lingüistica, hace un repaso pormenorizado de todas las bodegas que han optado por el gallego como lengua de cabecera. Y allí estaba la de Luis Anxo Rodríguez Vázquez que, por volumen de producción, más que empresario es un artesano del vino. El caso es que, gracias a Antonio Torrado, ahora ya sé lo que me perdía.