El inglés que alabó la singular belleza de la ría de Vigo

VIGO

Reportaje | Viajes Alianza Editorial acaba de reeditar «La Biblia en España», libro en el que George Borrow describe sus peripecias en la Galicia de mediados del siglo XIX

19 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Pontevedra enemistada con Vigo, Santiago de Compostela con A Coruña; carreteras infestadas de bandidos; superstición, desconfianza y mucha miseria fueron algunas de las situaciones que George Borrow se encontró en Galicia, en 1837. Entre 1836 y 1840, este singular inglés, viajó por cuenta de la Sociedad Bíblica Británica con la misión de difundir el Nuevo Testamento en una edición sin comentarios y accesible para todos, algo que entonces estaba prohibido por la Iglesia católica. Fruto de estos viajes, Borrow escribió La Biblia en España , libro de gran éxito, que fue traducido al español en 1921 por Manuel Azaña, que luego sería presidente del gobierno y presidente de la república. Ahora, Alianza Editorial ha reeditado este espléndido libro de viajes. Don Jorgito el inglés , como le llamaron en Madrid, llegó a Galicia a mediados de 1837, aunque ya menciona el cabo Fisterra en sus viajes entre Inglaterra y España. Sus primeras impresiones son casi repugnantes. «La mayor parte de los pueblos eran un conjunto de miserables chozas, con techumbre de bálago, empapada de humedad y cubierta frecuentemente de vegetación silvestre. Había montones de estiércol delante de las puertas y abundaban los charcos y lodazales», escribe para describir los pueblos que encuentra camino de Lugo. Los caminos, especialmente los que unen las capitales del norte de Galicia, estaban en manos de despiadados bandoleros que no dudaban en degollar a sus víctimas. Contra ellos, el gobierno mandaba a los Migueletes, una especie de Guardia Civil (todavía no había sido creada) que tenían tan malas maneras como los mismos delincuentes. La capitalidad En Pontevedra conoce a un notario, de apellido García, que demuestra una gran fobia hacia la vecina ciudad de Vigo. «Le digo a usted, amigo, que me importaría muy poco que ardiese Vigo con cuantos mentecatos y bribones encierra. ¿Se le ocurriría a usted jamás comparar Vigo con Pontevedra?», le dijo el tal García a Borrow. Detrás de esta inquina se encontraba el conflicto de la capitalidad provincial que entonces recaía ya en la ciudad del Lérez. Cuando llega a Vigo, ya al anochecer, se encuentra una ciudad vital, cuyas calles estaban abarrotadas y todo era ruido y jolgorio. Borrow se hospeda en la plaza de A Constitución y describe con admiración la ría. «Bien pueden los pontevedreses envidiar a los de Vigo su bahía, con la que en muchas cualidades, no puede compararse ninguna otra en el mundo», escribe. Borrow, que no tuvo mucho éxito vendiendo Nuevos Testamentos en Vigo, sí demostró conocer bien los pasajes más importantes de la historia de la ciudad. Por cierto que fue tomado por espía cuando ascendió el monte del Castro para ver la ría desde una perspectiva privilegiada. A la presencia en Galicia, Borrow dedica varios capítulos de su libro, con visita incluida a Fisterra y detención incluida, acusado de espionaje para el carlismo.