IN VICUS | O |
10 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.¿QUIÉN dijo que los gallegos somos tristes, melancólicos y morriñosos? ¿Quién nos ha podido acusar de aburridos y de no saber divertirnos? Evidentemente, alguien que no nos conoce en profundidad y se ha quedado con la idea decimonónica del gallego encorvado bajo el peso de un trabajo intenso y una climatología gris y húmeda. Alguien que no ha tenido la oportunidad de visitarnos durante la celebración de alguna de las decenas de fiestas que tienen lugar en toda nuestra geografía o que no ha podido disfrutar de las muchas opciones de ocio que ofrecen las ciudades. Por si fuera poco, tiene que tratarse de una persona que no ha sido invitada a una de esas macrofiestas nocturnas que se celebran al aire libre sin necesidad de pagar entrada y con derecho a una consumición de bajísimo coste; saraos celebrados con premeditación y nocturnidad a los que acuden decenas de jóvenes cuya personalidad en formación les impele a seguir a las "masas" para no perder el tren de la modernidad. Y eso sí que es lamentable, porque no acudir a una de las convocatorias semanales al botellón implica no estar en la onda, ser un muermo, o lo que es peor, un adulto responsable. ¿Cómo se puede prescindir de un encuentro a bajas temperaturas con la emoción de esperar turno para llevarse a la boca una botella llena de "calimocho" y miles de gérmenes no identificados? ¿Cómo no presentarse a una juerga que ofrece la atracción añadida de destrozar mobiliario público y llenar todo de basura? seguramente seremos los vigueses que no nos hemos enterado que en en esta ciudad, como somos los más divertidos, queremos batir un récord de participación este sábado en un macrobotellón.