ANTÍPODAS | O |
21 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.LA semana pasada decía yo eso tan gallego: ¿Torres? Ni sí, ni no, depende. Pensaba que las torres se salpicarían por la ciudad con la contención con que se maneja una especia en la cocina. Parva de mí. La información que este periódico daba el jueves sobre el nuevo Plan General, me ha bajado de la nube rosácea. Y me ha dejado atorrada . Es decir, aterrada. Cuarenta zonas con torres se autorizan, que son muchas zonas de dios. El desarrollo urbanístico de Vigo se resuelve a «torrazo» limpio. Y eso, diga el amén que diga el Consejo de Urbanismo, no va a colar fácilmente. Otra cosa sería una torre aquí o allá, pero zonas de torres en pleno tejido urbano son indigeribles. No son dignas de una ciudad con corazón de tal, y no de aldea. Y lo que se vislumbra para Beiramar o para la margen izquierda de la Gran Vía, que son dos zonas de la city aunque ahora no lo parezcan, son polígonos de Coia con más altura. Barrios-dormitorio que no generan vida comercial y auténticamente urbana en sus calles, sino que trasladan ese ajetreo, forzados por la estructura, a un centro comercial. La única zona de Coia algo urbana es la de «construcción cerrada». El PP y el BNG venden el «torrazo» con el señuelo de las zonas verdes y agitando el feo careto de la Travesía de Vigo y otras calles infernales. Ya dije el otro día que ese era un falso dilema. Y abundo: Policarpo Sanz, Urzaiz, García Barbón, el primer tramo de Gran Vía y otras calles del centro, ¿no son construcción cerrada? ¿Por qué el modelo tiene que ser la Travesía? Porque el argumento es demagógico. Pero a lo que iba: torres aisladas, vale (pero no en plaza de España, hombre), barrios «torrificados» en la ciudad, ni de coña. closadafernandez@yahoo.es