«¡Le admiro, señor Carrillo!»

L.C. SAAVEDRA VIGO

VIGO

El histórico líder del PCE, estrella indiscutible de la conmemoración del Día da Clase Traballadora Galega Fue el hombre más fotografiado de Vigo en un notable acto de CC OO. Como si los días se fuesen sin sus 24 horas, Santiago Carrillo, líder histórico y viajero infatigable por el camino del comunismo en España, se hizo al menos 50 instantáneas con otras tantas personas, ávidas de recoger una parte de la historia de España en un fotografía. Él, mientras tanto, como un barco que no puede navegar sin mar, fumaba Styvensant sin cesar, para ser él mismo. Santiago, don Santiago, seguro que sabe cosas que nadie sabe.

09 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Santiago se vino a Vigo a la conmemoración del histórico 10 de marzo, fecha en la que 30 años atrás, en Ferrol, morían Amador y Daniel, dos trabajadores de Bazán, en una manifestación salvajemente reprimida por el régimen de Franco. Pero también a comer algo de marisquito y a darse un baño de multitudes. Razonablemente joven, con más de 80 años a sus espaldas, Carrillo fue el catalizador de la atención de un acto solemne, con templanza, y, sobre todo, muy cariñoso hacia siete personas, cinco hombres y dos mujeres (una in memoriam) que destacaron por su defensa de la democracia y por su militancia en las libertades y en el sentido común. Cuando la mayoría se quedaba en su sitio durante el franquismo, los homenajeados demostraron una fortaleza inusual, incluso irracional para los tiempos que corrían. Casi todos fueron encarcelados, expedientados, despedidos de sus trabajos, pero sus razones no se desmayaron ante la tropelía, y echaron un primer capote magistral a la democracia que a poco llegaba ya. Manuel Galán, Eugenio Pereiro, Marina Díaz, Benito Castro, José Ramón Coira, Carmen Segurana y Alfonso Álvarez Gándara, dejaron la estepa del tardofranquismo y vieron otro mundo. Pastos del miedo, sí, pero con ganas de hacer fondear en sitio abrigado a una democracia que la ciudadanía ya clamaba en casa, en las fábricas y en las tascas. Y que no naufragó, aunque por poco. El secretario comarcal de CC OO, Manel Fernández, vigués distinguido, reavivó los votos de los sindicalistas, de los simpatizantes en la odisea de la defensa de los derechos y de las libertades de los trabajadores. Lo mismo hizo Xesús Díaz, secretario nacional. Sólo faltaba en el hotel Bahía el Olivo del Paseo de Alfonso XIII, símbolo e icono de la fortaleza de un pueblo que no quiere estar sometido en el altar de la pueblocracia. En el panal del sindicalismo de pro, también se hizo un voto de respeto por Carlos Casares, ilustre galeguista y pluma afilada. En CC OO anida el compromiso social.