José Antonio Martín Curty, arquitecto La demolición del edificio Rubira, acaecida en 1967, centra el último trabajo del arquitecto José Antonio Martín Curty. Su labor de investigación, plasmada en un libro que acaba de ser publicado por el Instituto de Estudios Vigueses y el Colegio de Arquitectos de Galicia, bucea en la historia de la que el mismo define como «la más bárbara agresión jamás planeada contra el patrimonio arquitectónico de la ciudad» y es además un vehículo de reflexión para que casos como el del Rubira no vuelvan a repetirse.
02 ene 2001 . Actualizado a las 06:00 h.El arquitecto vigués José Antonio Martín Curty empezó a interesarse por la historia del edificio Rubira en su juventud, ya que vió como el inmueble era demolido ante sus narices y su la empresa de construcción su propio padre fue contratada para las obras. -¿Cómo se llega a la decisión de demoler el Rubira? -Es incomprensible. Lo que menos entiendo es que vengan aquí unos técnicos del Banco de Bilbao en el año 61, que le encargen al arquitecto buscar un edificio, que localice el Rubira y opte por demolerlo, porque esta era la imagen perfecta para un banco, de solidez. El arquitecto que hizo el informe era Pacho Saracho, el hijo del alcalde de Bilbao, una eminencia del antiguo régimen. Ahora tiene 95 años. Yo he hablado con él por teléfono muchas veces y me dice: fue una pena porque tenía una obra de cantería muy buena pero carecía de estilo y algo de razón tiene, porque era una obra de Jenaro de la Fuente. El 80 por ciento de lo que se hizo en el Vigo del XIX lo hizo él. Hizo edificios valiosos pero raros. Tenía un `estilo sin estilo`. -¿Se puede reconstruir todavía? -Eso es lo que proponemos. Demoler el que hay ahora y reconstruirlo en el mismo solar. Hay políticos interesados en el tema. En una reunión que tuvimos en la comisión de cultura del Colegio de Arquitectos se propuso instar a dos partes. Al principio nos pareció una provocación utópica pero pensándolo bien lo que está claro es que hay una deuda histórica del Banco de Bilbao con Vigo. Optó por la demolición por la maniobra especulativa. Cogieron un edificio de bajo y tres pisos e hicieron un monstruo de nueve plantas con oficinas abajo y viviendas. Fue el negocio del siglo. El banco se lucró. Esta operación especulativa tiene 33 años de intereses y a lo mejor ya ha llegado el momento de que los paguen. Están obligados moralmente a devolvérselo a Vigo y el ayuntamiento otro tanto, ya que su posición fue escandalosa. Llegó a tal punto de desvergüenza que el arquitecto municipal, cuando hizo el informe del edificio, niega su existencia. -¿Nadie se opuso? -En el Vigo de 1967 estaba de alcalde Rafael Portanet, famoso por su pragmatismo. El típico echao palante, preocupado por hacer y hacer, por la modernidad. Creo que en aquella época no había conciencia de que aquel era un edificio a conservar. De hecho aún no había catálogo de edificios a conservar. El primer alcalde que se preocupó de elaborarlo fue García Picher diez años después. -Entonces, legalmente no se podía salvar el edificio... -No, pero lo que está claro es que si el Ayuntamiento hubiera tenido un mínimo de interés hubiera paralizado la operación. Pero en aquella época, ¿quién se oponía al Banco de Bilbao? Sólo dos arquitectos intentaron hacer algo, Pepe Bar y José López Candeira, que se pusieron en contacto con una revista de arquitectura denunciando el tema, pero no llegaron a tiempo. -Cómo definiría la demolición del Rubira? -El hecho de que se perdiera el edificio es grave, pero lo más grave es que cualquier salvajada que se ha hecho después comparada con esta queda minimizada. Marca un punto de referencia. Lo de después casi queda bendecido.