Los ingleses tienen un dicho que sostiene que la hierba siempre es más verde al otro lado de la valla. Una curiosa forma de expresar cómo la envidia, la comparación social, la idealización de lo desconocido o la falta de reconocimiento propio llevan al menosprecio de lo nuestro.
Este fin de semana ha dejado una imagen clara, nítida e incontestable. El primer equipo selló la permanencia matemática, siendo sus dos principales pilares dos jugadores criados en A Coruña. El Fabril se clasificó para el playoff de ascenso a Primera Federación y el equipo juvenil celebró el título de campeón en División de Honor. Todo durante el mismo fin de semana. Todo con jugadores y entrenadores de la casa.
Y, sin embargo, todavía hay quien mira al mercado, al escaparate, a lo que suena exótico, o a lo que viene con acento diferente. Como si lo que tenemos no fuese suficiente. Como si los de aquí tuviesen que demostrar siempre un poco más.
Parece que para algunos el césped es más verde al otro lado de la valla. Lo de fuera es mejor, más profesional, más preparado, más prometedor. Lo disfrazamos de ambición, de exigencia, o de búsqueda de soluciones, pero en el fondo es una inseguridad: no creer del todo en lo que hemos criado.
Lo curioso es que, cuando los de casa triunfan, entonces sí, nos volvemos locos. Pero les pedimos más para empezar. Les exigimos pruebas. Les pasamos la lupa antes que el aplauso.
Este fin de semana, el Deportivo confirmó que en Abegondo se están haciendo bien las cosas. Que el trabajo del Fabril no es un accidente. Que los técnicos que acompañan a esos chicos también merecen su sitio. Que la cantera no es solo un plan B cuando no hay fichajes, sino una forma de entender el club.
Quizá ha llegado el momento de cambiar el foco. De mirar con más respeto lo que tenemos al lado. De creer antes de que triunfen. Porque si algo ha demostrado este fin de semana, es que el césped no siempre es más verde al otro lado de la valla.
Jesús López es entrenador de fútbol, analista y asesor de deportistas profesionales