Imanol Idiakez vence y convence en la visita del Deportivo al Barcelona Atlètic (1-2)

TORRE DE MARATHÓN

El equipo coruñés cuaja una fenomenal segunda parte en la que no obtuvo premio hasta que Davo salvó a su entrenador en el descuento

03 dic 2023 . Actualizado a las 19:51 h.

Otra vez Diego Villares. Davo de nuevo. Imanol Idiakez ganó tiempo y bríos para desarrollar su propuesta a través de un doble refuerzo a su labor como técnico. En su haber figura la ubicación del chico para todo en una posición adecuada a sus virtudes y suyo fue además el voto de confianza en un delantero que no ha calado en la grada. Lo mantuvo hasta el final sobre el césped, reduciendo al mínimo los cambios pese a la imperiosa necesidad de victoria. Y se la llevó en ese descuento donde tantas veces salió cruz; hasta que en el Johan Cruyff cayó de cara a tiempo. Faltó un suspiro para añadir otro duelo a la serie de agravios de la temporada. Este habría incluido un balón a la madera y varias ocasiones marradas durante un segundo acto soberbio.

En el campo más complicado, frente a un anfitrión invicto, y bajo amenaza de relevo de técnico, el Dépor amagó con venirse abajo, llegó a verse por detrás, y supo reaccionar para ofrecer (en connivencia con el adversario) un partido entretenidísimo que abandonó reforzado en la tabla y la propuesta.

Con ambos equipos resueltos a reducir el largo del campo, aproximando sus zagueros a la divisoria, la espalda de los centrales se convirtió en zona de premio. El primero en rascar para buscarlo fue Villares, lanzado por un Davo mucho más certero en los envíos en vertical que en los centros horizontales. El de Samarugo se encontró con Marc Vidal achicando espacios. Su manopla le invitó a seguir probando.

Lo mismo sucedió enseguida en el área opuesta: Germán Parreño negó el gol a Pau Víctor y Garrido chutó fuera del marco que había abandonado el meta.

El delantero azulgrana no desesperó, seguro de conocer el camino del éxito, y obtuvo botín colándose de nuevo entre los Pablos. Allí lo encontró Héctor Fort, con un fenomenal golpeo de exterior. Para no volver a estrellarse en el portero, el punta se lo quitó del medio con un quiebro y disparó a la red desprotegida.

Meneo al alambre que sostenía al entrenador de un Deportivo inoperante en la zona decisiva. Lucas participaba en la elaboración, pero no estaba para el remate; a Yeremay le pesaba la carga de su nueva condición de estrella. El míster decidió gastar la bala del 10 de inicio, guardando para más tarde la de David Mella, y el canario echó en falta resquicios hacia los que conducir y mayor fortuna en el regate.

Superar el atasco exigía un auto de fe. Artificio que nadie explota como Villares. Celoso de Pau Víctor, el dueño del ocho blanquiazul también quiso su segunda oportunidad; la obtuvo apretando a Faye. El central controló mal un balón rechazado y esa fue su ruina, porque Diego rebañó el balón suelto y lo envió a la escuadra de un derechazo.

Tablas de nuevo; y de ahí, al descanso. Aunque Alarcón trató de desnivelar el duelo a fuerza de abusar de Paris Adot, y Yeremay rozó el 1-2 con un chut lejano que se perdió por un pelo.

El extremo del Dépor llegó entonado al intermedio y regresó también de dulce, sirviendo un centro medido a Davo, pésimo cabeceador en área pequeña. Fue ese el origen de la reacción coruñesa, que incluyó un disparo lejano de José Ángel y otro más violento de Villares. Salió centrado y Vidal se lo quitó de encima, regalando uno de los muchos saques de esquina desaprovechados por los visitantes.

A 20 minutos del final, Idiakez tiró de Mella, entendiendo que no eran precisos más retoques por mucho que apretara la soga al cuello. Siete más tarde, siguieron las oportunidades al limbo; ninguna tan clara como el zurdazo de Lucas al larguero. Se le acercó la que tuvo Villares, rematando alto a solo dos metros de la línea de meta.

Iba para la crónica de costumbre. Otra de insistencia sin premio. Pero sacó en largo Germán y de golpe se abrió el cielo. Despeje pifiado contra la espalda de Lucas Pérez y asistencia del de Monelos para Davo, a campo abierto hacia el gol y la vida extra de quien lo sostuvo en su peor momento.