Yeremay, el orgullo de Teresa y Angelita

TORRE DE MARATHÓN

Yeremay, junto a su abuela Angelita (a la izquierda en la imagen) y su tía abuela Teresa
Yeremay, junto a su abuela Angelita (a la izquierda en la imagen) y su tía abuela Teresa

El canario es futbolista por empeño de su tía abuela y ha vivido una difícil carrera, del barrio del Polvorín al Dépor, que repasan su madre y el técnico que lo descubrió

03 dic 2021 . Actualizado a las 13:25 h.

«Cuando se ponía la camiseta, le quedaba como un traje». Esa imagen de sus ocho años completamente cubiertos por el amarillo de la Unión Deportiva Las Palmas le valió lo de «Pequeño», que luego recortaría a Peke para reducir el mote al tamaño de su portador. Se lo puso Borja Pérez después de verlo en un torneo que disputó con el Almenara y reclutarlo para el Benjamín del club más potente de la isla en la que Yeremay Hernández Cubas nació un 10 de diciembre del 2002. En el barrio del Polvorín, donde a finales de los noventa aún era imposible convencer al taxista para entrar y la policía se resignaba a la prevención de delitos a distancia prudencial.

Cuando lo ficharon aún era el tercero de cuatro hermanos (hoy son seis) en una casa de gobierno matriarcal. Vivía con su madre, su abuela Angelita y su tía abuela Teresa, culpable de que el Deportivo tenga hoy un extremo con futuro y de reducir el aforo en un curso de natación. «Yo quería apuntarlo a la piscina, pero mi tía me dijo: ‘‘Muchacha, quítate esa tontería, que este niño tiene algo en las piernas para jugar al fútbol, no ves que hasta con cholas (chanclas) hace locuras con un balón más grande que él''. Y lo mirabas, a sus tres años, y veías que era cierto, que había nacido con un don». Vanessa, que tuvo a Peke y a otros cinco, cuenta que el miércoles lloró viendo a su hijo destrozar al UCAM Murcia en Copa del Rey. «Lo tuvimos muy difícil», insiste.

Ella trabajaba muchas horas y era Teresa la que acompañaba al chico a los partidos y a entrenar. «No faltaba nunca —recuerda Borja—, se desvivía por él». La señora, que figura entre las pioneras del balompié femenino canario, gozaba con el más revoltoso del Benjamín. «A veces había que jalarle de las orejas, pero es que era puro talento, tenía mucha calle. Por ejemplo: a esa edad les enseñamos a usar ambas piernas, pero él cuando llegó ya sacaba de esquina con las dos», detalla quien fue su entrenador hasta categoría Infantil. Entonces llegó una llamada de la capital. «Querían llevárselo al Real Madrid. Mi tía entonces estaba ya muy malita —fallecería unos meses más tarde—, pero me insistió para que me fuera con él y no dejara pasar la oportunidad. Era una mujer increíble, hasta estando enferma, con más de setenta años, jugaba con el crío al balón», cuenta Vanessa, que salió por primera vez de las islas para acompañar a Yeremay.

Yeremay escucha las instrucciones de Borja Pérez, durante un partido con el Las Palmas
Yeremay escucha las instrucciones de Borja Pérez, durante un partido con el Las Palmas

«Le tengo que estar agradecida a ese club porque le dieron muchas cosas. Hasta lo metieron en un buen colegio cuando a mí incluso me costaba pagarle los libros en el público», subraya antes de presumir de hijo rescatando esta imagen de un torneo en León: «Había otros 26 equipos y a él lo nombraron el mejor jugador. Yo me puse como loca; si hasta me tiré al césped con el frío que hacía, y él me decía: ‘‘pero no chilles, mamá''». En casa guarda el trofeo que señala aquel momento de éxtasis maternal.

Goles mirando al cielo

La experiencia blanca, sin embargo, se torció pronto, y con 14 años Peke se mudó aún más al norte. Residiendo ya en A Coruña le llegó un segundo revés familiar. «Murió mi madre, que era como su segunda madre. Tenía muchos nietos, pero a él se lo consentía todo. Sin sobrarle el dinero, ella era la que le compraba las botas, la equipación... Lo que necesitara. Guardo el mensaje que nos mandó entonces: ‘‘Se nos fue la vieja, la reina, la mejor abuela del mundo''. Por ella y por Teresa él mira al cielo después de marcar».

El traslado ha acabado por sentar bien al chaval. Costó, como registra Borja Pérez: «Hablamos bastante y a veces sientes que tiene demasiada prisa por todo, pero yo siempre le he insistido en que es muy importante ir poco a poco, que antes de pensar en correr hay que aprender a caminar». El técnico detecta un par de momentos clave en la evolución: «Creo que el golpe de que no le dieran tantos minutos en la Copa de Campeones juvenil le llevó a reflexionar y entender que debía hacer las cosas de otra manera. Y sobre todo, el cambio mental de esta temporada, porque yo le digo que solo con talento no vas a ninguna parte. Verse en un vestuario más maduro le ha hecho crecer y estoy convencido de que si le hubieran abierto antes la puerta del primer equipo, ahora estaría asentado. Pero tiene tiempo de sobra».

Yeremay durante un partido en su etapa en el Real Madrid
Yeremay durante un partido en su etapa en el Real Madrid

«Al Deportivo le tengo que dar las gracias. Mi hijo estuvo en el Real Madrid, pero en el Deportivo se corrigió —resalta también la progenitora del autor del gol y la asistencia que valieron el triunfo copero—. Para él no ha sido sencillo salir del barrio y llegar a lo que es. No puedo estar más orgullosa; una siempre quiere para su hijo lo que no pudo tener. Y ahí está». Donde Teresa y Angelita le quisieron llevar.

«En verano hubo clubes de Italia que le pagaban mucho más», desvela su agente

«Ha sido como un padre para Yeremay». La madre de Peke señala a Abián Morano como uno de los factores clave en el crecimiento del jugador, que puso su carrera en manos de este representante cuando ya militaba en el Real Madrid. «Allí empezaron a apostar por gente más física y él vio que no tenía minutos. A partir de ahí, se abren varias opciones, incluso la del Atlético, pero decidimos apostar por el Deportivo. La idea era acabar en el primer equipo en un futuro», relata el agente del joven extremo blanquiazul.

Un salto que en breve debería plasmarse de forma definitiva, reconociendo el progreso de Peke. «Quizá su proceso de maduración ha sido algo más lento porque su capacidad de lectura de la vida es diferente a la de muchos otros niños. A él le marcó el barrio y ha ido de menos a más tanto en la parte personal como en la deportiva. Ha comprendido que el fútbol no es solo la parte ofensiva, muy típica del futbolista canario. Y además ahora entiende otros factores como la importancia del descanso, de la dieta, del cuidado físico... Es mucho más profesional».

Un crecimiento oportuno hasta en el detalle —este curso, en el que se intuye su explosión, finaliza su contrato con Nike— en el que Abián Morano identifica varios responsables: «El Deportivo le puso una persona, Yago, que le echa una mano en todo. Y por encima está Elkin, el director de la residencia, que lo llegó a pasar muy mal con él. Era un chico difícil, no quería seguir estudiando y le costaba acatar órdenes, pero le ayudó a madurar». «Ahora está feliz ahí —prosigue su representante—. Este verano hubo clubes de Italia que le ofrecían cobrar mucho más, pero Albert Gil nos convenció, se apostó por él y no tuvo ninguna duda a la hora de renovar».