Derbi en A Malata en el recreo

TORRE DE MARATHÓN

Borges, Eneko, Fornos y Seoane comparten aula en el curso de entrenador nivel 3

17 feb 2021 . Actualizado a las 09:12 h.

Conociendo un poco a los cuatro, no había duda al apostar. «Los debates los monta Bóveda, siempre lanza alguna pregunta para forzarnos a intervenir. Es un fenómeno con mayúsculas». «Eneko es el que busca el conflicto, contrastar opiniones con el profesor y el resto de la clase; a partir de ahí, todos nos posicionamos». Diego Seoane y Quique Fornos ocuparon hace años los puestos por los que rota el futbolista vasco, también vestidos de blanquiazul. Ahora los tres comparten aula en las instalaciones coruñesas de INEF, completando el último curso de los que llevan al título de entrenador nacional. Junto a ellos, Borges redondea el repertorio de alumnos que se medirán este sábado en A Malata en el derbi provincial.

«Tengo la suerte de coincidir con gente de este entorno y más o menos de mi edad, eso enriquece los debates que se crean», reflexiona Bóveda descargando de sus hombros el papel de instigador. «Con Celso es una maravilla, porque nuestras clases duran desde que coincidimos allí hasta que nos volvemos a ver», añade, obviando que la pandemia ha puesto en pausa durante unas semanas la asistencia presencial. Ahora todos siguen las lecciones desde casa, a través del ordenador. «Los tres son personas de diez, fantásticas, y da gusto estar con gente como ellos y ver cómo cada uno interpreta el fútbol a su manera. Resulta muy enriquecedor», asegura el costarricense del cuarteto, acostumbrado a tener a mano el modelo a seguir en su futura profesión. Su padre fue seleccionador tico y ha entrenado en varios países. Ahora dirige en Colombia al Atlético Nacional.

El hijo de Alexandre Guimaraes no quiere esperar a colgar las botas para sacarle partido a las clases. «Me sirven para añadir conocimientos a mi bagaje educativo y como futbolista me aporta una visión del juego que no tenía y que ayuda muchísimo. Son más armas para tener en cuenta en el campo», sostiene.

Algo similar obtiene Fornos: «Mi intención básica es entender un poco más al entrenador. Saber cómo manejar una plantilla sin que al jugador le parezcan mal ciertas cosas, aún sabiendo que este suele ser egoísta». «Te hace ponerte en la situación del técnico. Valoras cosas a las que no dabas importancia y de cuya trascendencia en el campo o el vestuario no eras consciente», coincide Seoane. El carrilero del Racing es el único que no se enfoca en el rol de míster al referirse al futuro que espera tener. «Me llama mucho la atención la labor de scouting. Mi vida es el fútbol y me encanta ver partidos en directo, en el estadio y desarrollar ese tipo de función», explica.

El otro lateral en el aula no quiere oír hablar de alternativas en su preparación. «Tengo muy claro que voy a ser entrenador. Llegue a donde llegue, pero un año voy a estar en el banquillo. No sé si va a ser en el alevín del equipo de mi pueblo o en cualquier otro equipo», anuncia Bóveda, que no demuestra ninguna preferencia entre la base o el fútbol mayor: «En Eibar entrenaba unos chavales y el año pasado estaba aquí con las prácticas, sin voz ni voto, pero llegaba a casa y le decía a mi mujer: ‘‘tengo un niño que me lo traería a cenar, porque si le digo esto o aquello estoy seguro de que vuela’’. A nivel profesional te llama, porque el techo es más alto y quieres saber cuánto de bueno puedes ser. A lo mejor empiezas con un Regional y a la primera, petardazo, y a la segunda, petardazo también. Pues te toca aceptar que no tienes un talento especial. Pero te dices: ‘‘¿y si sí?’’».

Su formación es continua, como detalla desde una grada de la ciudad deportiva de Abegondo: «Tengo familia y voy pillado de tiempo, pero si hay un partido del Juvenil aquí vendría encantado y si alguien me llama la atención me emociono y al día siguiente llego al vestuario y les digo: ‘‘cago en diez, no sabéis lo que tenemos ahí abajo, menudo chaval’’. Pero es que me enamoro fácil de los jugadores».

Fornos también se engancha y abunda en las virtudes del trabajo en la cantera: «Cuando hice prácticas no esperaba que fuera tan gratificante. Estableces un vinculo y tratas de que esos jugadores tan pequeños entiendan que a entrenar y a jugar hay que ir contento». Aunque toque derbi a cara de perro en el recreo.

«En la primera vuelta, cuando les ganamos, hasta pensé: ‘‘lo mismo estos no vienen mañana a clase’’»

En el partido de la primera vuelta hubo un balón dividido y dos estudiantes entraron duro a por él. «Llegué tarde y le metí una patada tremenda a Quique», admite Celso Borges, que se disculpó de inmediato y repitió el desagravio al día siguiente, cuando coincidió en clase con el central del Racing de Ferrol. La presencia de Fornos y Seoane no dejó de sorprender un poco a otro de los compañeros de aula. «Cuando les ganamos, hasta pensé: ‘‘lo mismo estos no vienen mañana’’», admite Eneko Bóveda.

«El pique nunca va más allá, nos respetamos demasiado, así que ahí hay poca chicha, no entramos en polémicas», apunta Seoane acerca de posibles fricciones previas y posteriores al duelo entre vecinos. «Lo máximo que hacemos es comentar los partidos, creo que nos tenemos mucho respeto», coincide Fornos, descartando que la confrontación del campo alcance a la sala de INEF en la que se forman. Así, las charlas pasan de puntillas por la rivalidad. «Los lunes, cuando nos vemos antes de clase o en el descanso, comentamos el fin de semana, qué hizo nuestro equipo, qué pasó en el grupo. Los miércoles ya no hay más referencias a la competición», profundiza el central del Racing de Ferrol.

Pese al intento de buscar temas inocuos, Bóveda admite que «muchas de las conversaciones son sobre el Dépor», porque el conjunto blanquiazul es un nexo de unión. Fornos militó en las categorías inferiores de su próximo rival y llegó a debutar con el primer equipo en Copa del Rey.

Compartió vestuario con Seoane, también pulido en el Fabril. Ambos coinciden diez horas por semana con dos jugadores del equipo en que se formaron como futbolistas. Juntos perfilan su futuro lejos del césped. Apenas un par de metros más allá.