Anquela levanta la voz

Pedro José Barreiros Pereira
pedro barreiros A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

MARCOS MÍGUEZ

El técnico del Dépor exprimió a sus futbolistas durante una exigente sesión en la que no paró de dar instrucciones y al final felicitó al cuestionado Mosquera

18 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El Dépor toma cuerpo sin tiempo que perder. Al cabo de dos primeros entrenamientos de carácter más físico y otra sesión más táctica, Anquela abrió el tarro de las esencias en la mañana de ayer y mostró a sus futbolistas el meollo del estilo que desea para el Deportivo. Un equipo a la imagen y semejanza de su entrenador. No hay sorpresas. Intensidad y carácter marcarán el fútbol blanquiazul en el nuevo proyecto, justo siete días antes de que ruede el balón en el primer amistoso, el próximo miércoles contra el Fabril.

El ejercicio no tenía ciencia. Tres bandos, dos enfrentados y el tercero que colaboraba con el que disponía del balón, luchaban por la posesión en un espacio reducido. El griterío de los jugadores marcaba el trabajo, pero sobre todas las voces se alzaba la ronca y con marcado acento andaluz que correspondía al veterano técnico, un padre para los jugadores, según lo definen quienes lo conocen de vestuarios anteriores. «Agresividad y apoyos», se le escuchaba sin dificultad como lema de un ejercicio en el que no admitía despistes, como dejó perfectamente claro. «Ataca», «quién se acerca» o «vamos, aprieta» se convirtieron en sus frases más repetidas durante una mañana de temperatura ideal para el trabajo físico y en la que hubo más de una manga larga en el grupo de futbolistas.

Anquela es el más bajito del nuevo cuerpo técnico (le acompañan Juanjo Carretero como ayudante, de la misma quinta que él, y el joven preparador físico Marcos Marcén), pero no hace falta que se cale la gorra con el escudo deportivista para que quede claro quién lleva el mando. Nervioso y gesticulante a más no poder, exfutbolista con más de 300 partidos como entrenador en Segunda, el afán por exigir el máximo a sus jugadores lo incluía de lleno en el juego. Comenzaba en una esquina del campo y, conforme la tarea avanzaba se metía más y más hacia el medio.

Todo lo contrario que, a su parecer, Mosquera. «Asómate al balcón, apoya siempre a los tuyos», le recriminó primero a voz en grito. Y poco después, de nuevo: «Ahí no te quiero, te quiero en el medio para que toques». Así insistía a sus jugadores en la necesidad de mantener la concentración en el juego, donde debían atacar y defender sin momento para el resuello. «Cuando la tengo, muevo; cuando no, aprieto», se le escuchó muchas veces y en medio de constantes aspavientos.

Ayudado también en la dirección del grupo por técnicos que ya figuraban en la primera plantilla, como el adjunto Alejandro Esteve, el preparador de porteros Yván Castillo o, subidos a la torreta de grabación, José Ángel Franganillo y David Sánchez, Anquela tampoco perdió detalle del test físico que luego acometió la plantilla. A un ritmo creciente, los jugadores debían cubrir espacios mientras el cronómetro iba decreciendo. Así, desde el cómodo trote inicial hasta el exigente final a la carrera, solo aguantaron seis: Borja Valle, Christian Santos, Pedro Sánchez, Eneko Bóveda, Borja Galán,... y Pedro Mosquera.

Con el coruñés dispuesto a seguir corriendo, el entrenador volvió a aparecer. Otra vez con el perfil de padre, pero esta vez alejado del ruido, amoroso y conciliador. Mandó parar al futbolista, lo abrazó por los hombros y le acompañó al seno del grupo, con muchos ya sentados exhaustos en el césped. Todo un gesto con un jugador a recuperar, un hijo al que Anquela le da otra oportunidad esta pretemporada.