Con el Pajarito fue otro cantar

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

El Dépor sufría en la salida de balón hasta que Cristóbal ubicó a Valverde delante de la defensa, uno de los pocos puestos que le quedaban por ocupar

27 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Dépor no carburaba en la salida del balón. Aduriz tenía como misión ir a presionar a Schär, el mejor de los coruñeses en estas lides, y cada vez que Mosquera o Navarro recibían, se daban media vuelta y pelota atrás para complicarle la vida a Albentosa, poco docto en esta labor.

Ante esa dificultad, Cristóbal buscó en su chistera. No encontró paloma alguna, pero sí un pajarito llamado Fede Valverde. Así, el uruguayo, que ya actuó esta temporada pegado a la banda por la derecha, por la izquierda, como media punta, pivote ofensivo e, incluso, como lateral derecho, afrontó una nueva misión: jugar de 5 y dar lustre a la salida del balón. Y con el Pajarito, ahí, entre la defensa y el medio del campo, fue otro cantar y el Dépor consiguió, durante algunos minutos, mayor estabilidad.

Aunque en Riazor es la primera vez que se le ve situado en labores tan retrasadas, Cristóbal se quita mérito como innovador y asegura que ya el año pasado en el Castilla había actuado ahí. «Conozco bien a Fede y sabía que podía jugar en esa situación. De hecho, el año pasado, en el Castilla, jugaba ahí. Conocía el rendimiento que nos podía dar y por eso no me ha sorprendido», explicó el técnico blanquiazul tras duelo. Tal fue la aportación, que el técnico catalán no descarta que en el futuro, incluso con Guilherme en el campo, pueda utilizar al uruguayo más veces ahí. «Ha hecho un gran trabajo y vamos a ver cómo son los siguientes partidos y, en función de eso, tomaremos decisiones», anunció Cristóbal.

Con el Pajarito en esta demarcación, además de salida del balón, el Dépor gana un hombre que puede sorprender desde atrás. Porque Valverde no pierde de referencia la otra meta. Eso sí, tal y como hizo ayer el técnico blanquiazul, para poder desempeñar bien su labor, precisa un futbolista en paralelo que cubra sus avances y lo ayude también en la destrucción. Con el futbolista cedido por el Madrid gana líneas de pase y tranquilidad para subir el esférico, pero pierde la omnipresencia defensiva que por momentos exhibe Guilherme y que en su día hizo de Pedro Mosquera un referente del juego del Deportivo.

Buena salida del balón, seguridad en el pase, sorpresa a la hora de incorporarse con velocidad al ataque, potencia en esas subidas y, sobre todo, calidad, mucha calidad. Son las señas de identidad de Federico Valverde cuando, como ayer, le toca retrasar su posición y mirar el partido de cara. Por detrás del balón y con mucho campo para crecer. Una alternativa más para un Cristóbal que sigue buscando orden.

El árbitro no señaló un clarísimo penalti de Rico a Cartabia antes del segundo gol del Athletic

El minuto 56 pudo ser clave en el resultado final del partido. Un clarísimo penalti de Mikel Rico a Fede Cartabia que el árbitro no pitó sirvió de antesala del segundo gol del Athletic. Del posible 2-1 y se pasó al 1-2. La acción de Mikel Rico sobre el extremo argentino fue solo un ejemplo de la pésima actuación que tuvo González González durante gran parte de los noventa minutos de juego en Riazor.

Ya en la primera mitad, se fue el vestuario acompañado de una sonora bronca y gritos de «¡Fuera, fuera!». Una contra blanquiazul, con Adrián encarando hacia la portería de Kepa y Núñez derribándolo, mientras el árbitro levantaba los brazos y dejaba seguir la acción, fue el detonante del malestar de la afición blanquiazul. A Cartabia le costó la tarjeta amarilla y al árbitro una buena pitada.

Instantes después, antes de enfilar el túnel de vestuarios, Mikel Rico pidió un penalti de Schär, segundos después de que el balón tocara en la mano de Albentosa, mientras abrazaba a su contrincante. El piscinazo del mediocampista bilbaíno fue sonrojante y la hinchada deportivista reclamó tarjeta para el visitante. Nada de nada a ojos del árbitro. Ya en la segunda parte llegó la acción clave del partido con el clamoroso penalti de Rico a Cartabia. El vasco levantó el pie en exceso, provocando cuando menos juego peligroso, pero es que después golpea y derriba al deportivista. La queja fue unánime, pero González González tampoco quiso enterarse de nada. Poco después Raúl García ridiculizaba a Fernando Navarro y metía un gran pase a Williams, que pondría el 1-2 en el marcador. Más adelante, Lucas también reclamaría un penalti que tampoco consideró el colegiado.