Un rayo blanquiazul

PABLO GÓMEZ / iván antelo REDACCIÓN / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

El futbolista coreano del Fabril, Kim Woo- Hong, causa sensación tras su golazo por velocidad contra el Alondras

04 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No es habitual que un jugador coreano juegue en Tercera División. El año pasado lo hizo Yun, en el Laracha, jugador que precisamente había salido de los juveniles del Deportivo; pero tras él, pocos más ejemplos hay de los que echar mano. Por eso, cuando Kim debutó la pasada semana con la camiseta del Fabril, la ciudad deportiva de Abegondo quedó envuelta en un murmullo revestido de extrañeza y expectación. «¿De dónde sale este chaval?», preguntaba uno de los clásicos de la grada.

Kim Woo-Hong nació en Seúl y cumplió en el mes de enero 19 años. Es ya una de las grandes sensaciones de la Tercera gallega. Este mediocentro (y extremo izquierdo) es un rayo. Lo demostró en su debut ante el As Pontes y lo confirmó el sábado en O Morrazo ante el Alondras. Fue el autor de gol de la sentencia, después de recorrer con balón 70 metros en 7 segundos. O lo que es lo mismo. A cerca de 36 kilómetros por hora. Comenzó a correr desde la frontal de su área, dio dos toques al balón para orientarlo a la banda, e inició el esprint para superar a tres zagueros y al portero, al que batió por bajo, por el palo corto. «Desde que despejó el guardameta, solo vi la portería contraría. Ya antes del partido me dije: ?Voy a marcar sí o sí?. Me puse muy contento», relata el protagonista.

Ahora todo son piropos para Kim. Pero el coreano no lo ha tenido fácil para llegar hasta aquí. Comenzó la pretemporada como uno más de la larga lista de jugadores internacionales con los que comenzó a trabajar Manuel Mosquera y fue el único que convenció al preparador del filial. Pasó el corte con nota, enamorando a Mosquera casi desde las primeras sesiones.

¿De dónde sale Kim? La pregunta que se hacía el veterano de Abegondo tiene respuesta. El futbolista surcoreano llegó a España en el 2007, con solo doce años, para integrar el Club Internacional de la Amistad, en Palencia, equipo que suele incorporar a muchos chavales árabes y asiáticos para demostrar que el fútbol también puede servir para enseñar valores de integración. «A mi padre le encanta el fútbol español y quería que yo fuese futbolista. Como yo también quería, la solución era fácil», dice. Aunque tan sencilla no debió ser para un niño de trece años de edad. «Tenía miedo y lloraba mucho. Pero mi sueño era ese y aguanté», recuerda.

En tierras castellanas solo duró dos años, ya que el Real Madrid puso pronto sus ojos en él, para integrar el Cadete B del año 2009. En la casa blanca coincidió jugando con José Rodríguez, mediocentro que sigue perteneciendo al equipo merengue, pero ahora cedido en el primer equipo del Deportivo. «Me alegró verle de nuevo», apunta. De la casa blanca salió hacia su país para regularidad su situación burocrática.

A su regreso, aterrizó en los juveniles del Almería, conjunto en el que jugó los últimos años hasta su fichaje de este verano. En tierras andaluzas deja a su amigo y paisano Kiu, de su misma edad, que la temporada pasada llegó a jugar dos partidos en Primera División. Quién sabe si el futuro volverá a unirles algún día. «Somos amigos desde niños. Tenemos muchas ganas de volver a jugar juntos. También es extremo y mediocentro», avanza Kim.

Modales, arroz y clima

Entre tanto, el futbolista muestra su felicidad por el excelente arranque que ha firmado en la Tercera gallega, de la que ya es una de las sensaciones. «Estoy muy contento en Galicia. Tras vivir en Almería, todos me advierten acerca del clima, pero a mí me encanta. Estoy muy contento en el Fabril», relata.

Compara a españoles y surcoreanos. «Me sorprendía la diferencia de modales. No es que vosotros seáis maleducados. Es que nosotros somos extremadamente educados», describe.

Regresó a su país este mismo verano. «Echo de menos a la familia, por supuesto. A mis padres y a mi hermano mayor, que ahora está haciendo la mili. Pero también echo de menos el arroz y las comidas picantes. Aquí también hay, claro. Pero no es lo mismo».

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