En la otra trinchera el Celta marchaba a remolque, sin su mejor jugador y con la moral de la tropa bajo mínimos. Además, los dos centrales jugaron amonestados desde el minuto doce.
Sin embargo, cuado uno mira desde tan abajo y tiene que remontarse tanto en el tiempo para rescatar la última victoria (ante el Málaga, debut de Paciência), cuesta un mundo cerrar los partidos. Y el Dépor no logró hacerse con el control del juego. Pero el Celta apenas llevó peligro a la portería de Aranzubia, que ya no recordaba un día tan plácido. Porque Aspas, además de dejar a su equipo en inferioridad numérica, con Krohn-Dehli y Orellana en el banco y Álex López lesionado, dejó al Celta huérfano de fútbol. Y aunque el equipo de Abel llegó a plantarse en tres cuartos con la pelota controlada, nunca supo lo que hacer con ella.