La calle se convierte en escaparate

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ROLEX DELA PENA

Comienzan a asentarse los cimientos del futuro del comercio virtual con iniciativas basadas en «escanear» las prendas de los carteles publicitarios, instalados en marquesinas, taxis o revistas, y adquirirlas en el acto

11 jul 2014 . Actualizado a las 18:40 h.

Las rebajas arrancaron oficialmente, con alguna que otra incursión precoz, el pasado martes 1 de julio. Su rutina ha cambiado significativamente desde que los clientes hacían largas colas a las puertas de sus establecimientos favoritos, tomando posiciones antes incluso de que saliese el sol, para volver a casa con bolsas llenas de gangas y la cartera resentida. No solo ha evolucionado el margen de descuento sino también la forma de comprar. La incursión de las nuevas tecnologías en los hábitos de consumo se traduce en cada vez menos personas mirando el reloj a las 9 de la mañana del primer día de saldos y en cada vez más gente refrescando las web de las tiendas online a las 00.00 horas del día señalado frente al ordenador.

Con la llegada de las rebajas -con descuentos de hasta el 60 % en El Corte Inglés- las mejores gangas son las prendas imprescindibles, con los accesorios a la cabeza por ser inmortales ante el paso del tiempo. Ya sean bolsos, relojes, pañuelos, gafas de sol o joyería, con visión de futuro, nos podremos adelantar a lo que vendrá, a lo que dirán los diseñadores, solo mirando un poco más allá. A la espera de que esta tecnología llegue a nuestras manos, las colas virtuales le ganan ya terreno a las reales. Los descuentos campan a sus anchas en el universo digital. Las oportunidades se reducen a la mínima expresión en las estanterías tangibles del comercio de toda la vida para convertirse en ventajas si las operaciones se cierran a golpe de teclado y ratón. Pero esta frenética carrera no ha hecho más que empezar. El futuro inmediato parece querer desplazar las transacciones físicas y colocar el comercio digital en el plano principal. La idea puede dar un poco de vértigo, pero algunas marcas ya han colocado sus cimientos.

«Fast Shopping»

Hace unos meses una firma francesa anunció una revolucionaria noticia: la apertura de 10.000 tiendas en el país galo en solo una noche. Bajo este alborotador mensaje se escondía una campaña que preveía inaugurar, efectivamente, dicho número de puntos de venta, sin referirse sin embargo a establecimientos físicos, sino a carteles publicitarios en marquesinas, vehículos de transporte público, manteles de restaurantes o revistas, susceptibles de ser escaneados a través de smartphones y dispositivos móviles. Los escaparates cobraron una nueva dimensión en esta iniciativa. Las prendas saltaron de jaulas acristaladas a cualquier otro soporte, a la vista del consumidor. Así, si al cliente le gusta determinado artículo tan solo debe pasar su terminal inteligente sobre el anuncio en cuestión y podrá adquirirlo al instante.

20 segundos. Es el tiempo que los usuarios tardan en hacerse con la prenda que se les haya antojado al cruzar la calle o sentarse en alguna cafetería a merendar y fijarse en tal publicidad. Un solo clic y el producto será suyo. 48 horas y lo tendrán en la puerta de casa. Este ágil sistema de compra se basa en los códigos QR, una especie de código de barras bidimensional al que ya se recurre en numerosas campañas publicitarias. El desarrollo de programas que permiten leer este tipo de códigos a través de teléfonos móviles ha potenciado sus usos orientados al consumidor y es común identificarlos en revistas, tarjetas de visita e incluso en el mercado funerario.

Compra impulsiva

Además de esta innovadora tecnología, la idea utiliza diversas tecnologías como el bluetooth, Java Script, sensores de audio y autentificación de pago instantáneo, piezas que encajadas adecuadamente han dado lugar a la aplicación para iOS y Android bautizada como PowaTag. Los soportes -camisetas, paradas de autobús?- se transforman en tiendas virtuales, capaces de generar en el cliente una necesidad de compra impulsiva, una nueva y fugaz experiencia, totalmente distinta a todas las existentes hasta el momento.

Esta tecnología jugará un importante papel a la hora de cubrir las necesidades de los clientes más ocupados, usuarios con poco tiempo libre que se ven obligados a efectuar sus compras desde sus dispositivos. El procedimiento es sencillo y en un chasquido de dedos lo tendremos hecho. La prenda, seguramente más antojo que necesidad, pasará de ser una fotografía en un trozo de cartón a una nueva adquisición que engordará el fondo de armario. Sin colas. Sin empujones.