Y «la playa» de Leonardo DiCaprio tiene dirección real

Redacción LA VOZ

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Aunque Ko Phi Phi Lee es uno de los arenales más bonitos de Tailandia, no es el único lugar con encanto del país de las sonrisas

03 jul 2014 . Actualizado a las 12:08 h.

Sentirse como Leonardo DiCaprio en La Playa es posible. El paraíso, por primera vez pero sin que sirva de precedente, existe y no es una invención de Hollywood. Y es que si queremos escaparnos a este arenal solo tenemos que comprar un billete de avión con destino a Tailandia. Concretamente a Ko Phi Phi Lee, en el archipiélago de Ko Phi Phi donde sus habitantes presumen de tener las playas más bonita de todo el país y, quizás, del mundo. Pero no es el único escenario natural de este país en una película. Para revivir en primera persona una de las cintas de James Bond solo hay que desplazarse al norte. La bahía Phang Nga y sus pequeños islotes acogieron el rodaje de El hombre de la pistola de oro.

Pero no solo de cine vive Tailandia, ni mucho menos. El sueño occidental hecho realidad, con paseos en elefante y playas de arena blanca, aguas cristalinas y corales, es uno de los destinos vacacionales por excelencia, con Phuket a la cabeza. Pero no todo es arena, mar y rincones virginales en este estado. Para recuperar el ritmo europeo nada mejor que visitar a su bulliciosa ciudad principal de más de 12 millones de habitantes. Sin embargo, en los eternos atascos de Bangkok no se escuchará jamás, a no ser que a un extranjero se le ocurra coger un coche, un solo bozinazo. ¿La razón? El único país del sudeste asiático que no fue colonizado por los europeos en el siglo XIX cuenta con un marcado espíritu budista que provoca que en este país, que acumula en su capital solo 400 templos, se respire una sorprendente paz interior.

El país de las sonrisas cuenta, además, gracias a su posición geográfica envidiable, con una cultura de un perfecto maridaje, tomando influencias de sus vecinos chinos e indios. Uno de los mejores ejemplos de esto, es su gastronomía. Con la tradición y la modernidad por bandera, la cocina tailandesa se construye alrededor de cuatro sabores: salado, amargo, dulce y ácido. Por este motivo, una de las expresiones que se transmiten de generación en generación es «mai pet, mai aloe», que se traduce algo así como «si no pica, no gusta». No apta para estómagos delicados, Tailandia es, además, la Meca de probar cosas nuevas. Saltamontes, cucarachas o carne de cocodrilo son solo algunos de los manjares que se pueden degustar en este país. Sin embargo, el comodín y marca de identidad de su gastronomía es algo mucho menos exótico como el arroz, por algo, de norte a sur, predominan en toda su geografía los arrozales.

Completas y variadas como pocas, la cocina tailandesa merece ser saboreada en todas su extensión. Para los que este país asiático aún no está en su agenda de viaje, o para los que prefieran viajar de octubre a febrero para evitar así la estación más lluviosa, nada mejor que dejarse convencer o preparse llevando a Tailandia a la cocina. En un par de sencillos pasos y con unos exóticos ingredientes al alcance la mano -y que se pueden encontrar en El Corte Inglés- podremos dejar con un par de recetas que el estado asiático nos empiece a conquistar por el estómago.

Thai rolls

Dificultad: baja

Servir frio

Tiempo: 15 minutos

Ingredientes:

- 200 gramos de gambas

- 1 cucharada de salsa de soja

- Una cucharadita de azúcar

- Una cucharada de pasta de cacahuetes

- Hojas de cilantro, a gusto

- Ocho hojas para rollitos de primavera

- Salsa de chilli dulce para acompañar

Elaboración:

Pelar las gambas, desvenarlas y hacerles unos suaves cortes en la superficie que comba hacia dentro para que pierdan la curvatura.

Triturar la salsa de soja con el azúcar, la salsa de cacahuete y dos cucharadas de agua. Mezclar bien con las gambas.

Colocar una gamba con un poco del relleno en las hojas de masa y enrollar (se coloca el cuadrado de masa con una de las puntas hacia nosotros y en este ángulo se coloca un poco de relleno, se enrolla un poco y se pliegan ambos laterales hacia el centro, como si fuera un sobre de carta, finamente de acaba enrollando hasta el final).

Freír los rollitos en abundante aceite caliente y escurrir sobre papel absorbente.

Servir con la salsa.