Marge Simpson, entre la sumisión y el empoderamiento femenino

Concha Barrigós MADRID | EFE

TELEVISIÓN

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Una tesis doctoral española, la primera que se hace en el mundo sobre el contenido de «Los Simpson», destaca la dualidad de la madre de familia y revela a Homer como un «emprendedor de libro»

08 ene 2019 . Actualizado a las 15:48 h.

Marge es una mujer «sumisa», aunque una «abanderada» del empoderamiento femenino, y Homer, un «emprendedor de libro», según la primera tesis doctoral que se hace en el mundo sobre el contenido de Los Simpson, la serie de animación que nació hace treinta años en Estados Unidos y que llegó en 1991 a España.

Es la primera vez que una tesis doctoral se fija en el discurso y los guiones de esta serie de televisión sobre «una familia media», aunque sí las hay sobre cómo recibe la audiencia la serie, detalla su autor, el zaragozano Alejandro Tovar (1988).

Tovar, que defendió su tesis en noviembre después de tres años de trabajo y 437 páginas de investigación, se describe como un «friki doctor» porque desde que tiene dos años es «súper fan» de la serie, nacida en 1987 como una cortinilla comercial y convertida en una sitcom de 21 minutos en diciembre de 1989.

Los Simpson, la serie más longeva de la historia de la televisión con 649 episodios ya realizados, son dibujos animados, personajes con formas redondeadas y colores vivos, con ojos saltones, peinados imposibles y movimientos divertidos.

Sus protagonistas son Marge, que nació con 34 años; Homer, con 36; Bart, con 10; Lisa, con 8 y Maggie, con 1, y en esa misma edad siguen después de tres décadas de aventuras en las que han dado «hasta miedo» con sus predicciones, entre ellas el hecho de que Donald Trump, que entonces era un empresario con un programa de televisión, sería el presidente de Estados Unidos.

«No envejecen y cada vez que hablan del futuro parecen adivinos. Crean distopías que se cumplen porque llevan a la sociedad al esperpento, aunque, como sucede con el caso de Trump, la realidad supere a la ficción», sostiene Tovar, doctor interuniversitario por las universidades de Sevilla, Málaga, Huelva y Córdoba.

En Estados Unidos aparecer en Los Simpson es un honor y los famosos se prestan enseguida a ponerles la voz. No en vano la revista Time la ha calificado como la serie más importante del siglo XX.

España y lo hispano ha tenido también su lugar y han aparecido, entre otros, Plácido Domingo, Javier Bardem o Charo Baeza, y han hablado en ella de las islas Canarias, Dalí, Picasso, Santa Teresa de Jesús o Cervantes además de cantar la Macarena, beber gazpacho o correr un encierro de San Fermín.

«Creo que su éxito se debe a que más que un producto para el entretenimiento es el espejo más satírico, irónico y certero no solo de la sociedad estadounidense sino de la occidental. Es divertida pero, además, te premia cuando prestas atención con sus alusiones a la alta y la baja cultura, por ejemplo», detalla Tovar.

Esa fue la hipótesis de partida de su tesis sobre estos dibujos de piel amarilla, una decisión que unos atribuyen a que no había ninguno así y otros a que era más barato. Su conclusión es que debido a sus muchos niveles de lectura se podría revelar como una potente herramienta pedagógica, porque se pueden enseñar con ella diferentes materias.

Una de ellas, sostiene, es la cuestión de género: Marge, hija de inmigrante francés, sensible y «leída», tiene aspiraciones que se truncan cuando conoce a Homer y a partir de su matrimonio se convierte en una mujer plegada a los deseos de su familia y a las necesidades de su marido, aunque convencida de que la vida de Lisa debe ser diferente a la suya.

A juicio de Tovar, hay un capítulo clave que describe justo lo que es ella, una «mujer sumisa» pero abanderada de la lucha por el avance de la sociedad, y sus pretensiones con Lisa: «Tú sé como eres que ya sonreiré yo por las dos. Tú no finjas», le dice.

En cuanto a Homer, «representa todo lo que un ser humano no tiene que ser: vago, machista, aficionado al alcohol... pero también es un gurú del emprendimiento».

«Hace un estudio de mercado cada vez que detecta una necesidad, como comprar una máquina cuando nieva en Springfield u ordenarse reverendo para oficiar matrimonios homosexuales e inventa cosas como el tomaco o su flambeado, pero todo por ciencia infusa, sin método ninguno y con el solo objetivo de forrarse», precisa Tovar.

Otro de los asuntos clave en la serie es la crítica al periodismo, que personaliza en el presentador de la televisión local Kent Brockman, un experto «en buscar la conexión emocional con la audiencia, teatralizar la información y apartarse de la verdad».

Tampoco sale bien parada la televisión infantil, en la que Krusty el payaso es el responsable último de la educación de los niños, a pesar de ser «un analfabeto, borracho y tirano, antítesis de la pedagogía» y con el que se critica a los padres que «enchufan a sus hijos a un aparato sin saber qué es lo que ven».

Los protagonistas de la serie se han tenido que adaptar y ahora hablan de redes sociales, Internet, matrimonio igualitario, «evolucionan, aunque no crezcan, como lo hace el mundo», añade Tovar.