Para los nacidos después de los ochenta desde aquí les veo la cara de interrogante... ¿que vuelve quién? ¿Debra Winger? Pero para aquellos que se enamoraron con Oficial y Caballero y que se desgarraron con La fuerza del cariño y se volvieron a enamorar en Peligrosamente juntos, el regreso de la Winger es un gran aplauso a la sorpresa. Porque Debra fue de esas actrices icónicas que forjaron en un tiempo el taquillazo, pero que desaparecieron sin piedad de la gran pantalla.
Sin embargo, la televisión tiene últimamente esta grandeza de dar forma feliz al talento de mujeres que han pasado los 60. Sí, esa es la edad actual de la musa que amó a Richard Gere como ninguna, pero al que en verdad no soportaba. Aunque el odio fue mutuo, un odio tan visceral que los dos borrarían sin dudarlo de su pasado el mítico filme con música final de Joe Cocker. Si una intérprete es capaz de repeler tanto a su pareja en la vida real como para atraerlo hacia sí con ese magnetismo en la pantalla es que es una actriz enorme. Por eso la vuelta de Debra Winger ha generado un revuelo mediático después de tantos años alejada del público por motivos obvios: no quiso rejuvenecer en el bótox ni doblegarse (¡todo un carácter!) a un canon estético sin ningún sex appeal.
Ahora, a los 60, apuesta en la serie The Ranch por un papel muy a la americana: una madre de familia encargada del bar del pueblo, que promete devolverle la dimensión de un pasado que ella adjetivó como rebelde. Por algo Rosanna Arquette reivindicó su nombre y el de muchas mujeres perdidas de Hollywood en el documental Buscando a Debra Winger. Apuesto a que el futuro pasará por volver a ver también a Michelle Pfeiffer.