Forma junto a Tony Soprano (Los Soprano) y Walter White (Breaking Bad), el trío de ases del bum de las series de los últimos años. Don Draper, el protagonista de Mad Men, lleva más de un lustro alimentando misterio, despertando deseo y mostrando los mil y un pliegues de su enrevesada personalidad. Siempre con la historia de EE.UU. de fondo. Mientras este publicista saltaba de cama en cama, de copa en copa y de eslogan en eslogan mataban a Kennedy, llegaban los Beatles, las mujeres se ponían pantalones y la comunidad afroamericana pedía respeto. En paralelo, hizo cabriolas con ese pasado en el que robó una identidad ajena. Y funambulismo con su presente de mujeriego que desea una familia-fachada perfecta. Llegó a lo más alto desde lo más bajo. Se estrelló. Miró al precipicio. Y se volvió a recomponer. Nadie dobla el abrigo y se quita el sombrero como él. Nadie es capaz de ser tan despiadado y, al tiempo, conquistar con un chispazo de humanidad servida con media sonrisa. Machista y manipulador. Brillante y carismático. Un superviviente en la jungla del todo por la pasta y la ambición infinita. Es Don Draper, un icono de la cultura pop que puso la mirada del siglo XXI en los cincuenta. Canal + ya ha emitido el primer capitulo de la temporada final. Quedan solo seis. Lo vamos a echar mucho de menos.