Viajar al pasado ya es posible

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

TELEVISIÓN

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TVE cambia al lunes «El ministerio del tiempo», que sorprendió con su humor y su combinación de historia con ciencia ficción

26 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El tiempo es el que es, sentenciaba el primer episodio de El ministerio del tiempo. Y mientras los viajes al pasado sigan siendo materia de ficción, ningún espectador podrá simultanear dos capítulos que se emiten a la misma hora, ni estar a la vez en una cadena y en la otra. El martes, la audiencia escogió ficción nacional, pero se decantó por dar continuidad al misterio de Bajo sospecha, en Antena 3 (3,9 millones de espectadores y un 19,6 % de cuota) antes que brindar una oportunidad al estreno de TVE, que ni con fútbol europeo previo logró el liderazgo buscado con una original campaña de promoción en redes sociales.

Aún así, la nueva serie de los creadores de Isabel y Víctor Ros logró un aceptable 14,8 % de cuota, casi tres millones de espectadores azuzados por la curiosidad de una arriesgada propuesta que mezcla historia y ciencia ficción.

TVE no volverá a enfrentar a su serie con la creación de Bambú para Antena 3. A partir de la próxima semana, El ministerio del tiempo pasará a los lunes, perpetuando así lo que ya parece tradición en la cadena pública de dedicar la primera noche de la semana a mirar al pasado.

El ministerio del tiempo no es una serie de época, sino que recorre todas las épocas. Tan pronto abre una puerta que permite ver el acueducto de Segovia en obras como entorna otra que se cuela en la cámara donde se pintan Las Meninas. Escenas muy reconocibles para el espectador, con el que mantiene un diálogo de humor que es uno de los aspectos que más gratamente sorprendió, junto a guiños cómplices a personajes como Alatriste, Terminator y Curro Jiménez. La clave son los personajes desubicados, fuera de sus códigos temporales. Un soldado del siglo XVI no entiende que, en el 2015, el imperio español tenga que rendir pleitesía; un enfermero del Samur utiliza las puertas del tiempo para regresar al momento más dramático de su vida; una universitaria pionera de 1880 descubre los productos de higiene femenina.

Lo que los reúne a todos es la existencia de un departamento gubernamental secreto con su cadena de mando, sus funcionarios preocupados por la paga de Navidad custodiando los distintos años, su segurata leyendo periódicos atrasados y el mismísimo Velázquez como pintor de precisos retratos robot para atrapar a los sospechosos de atentar contra el discurrir de la historia.