¿Proscrito el cine clásico?

MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ

TELEVISIÓN

OJO DE PLASMA | O |

05 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Fernando Méndez-Leite, director de la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid, ECAM, y Josep Mixens, su homólogo en la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya, ESCAC, coincidieron esta semana en un coloquio en Santiago de Compostela en lamentar la preocupante ignorancia de las grandes personalidades que la historia del cine ha ido creando por parte de los jóvenes candidatos a profesionales en los diferentes puestos que actualmente ofrece la industria audiovisual. Preguntarles a estas jóvenes promesas sobre las obras de gigantes del séptimo arte como John Ford, Orson Welles, Jean-Luc Godard o Luis García Berlanga es como hacerlo sobre el sexo de los ángeles o sobre insondables problemas de física cuántica. Si bien es cierto que actualmente ya se pueden encontrar en formato de deuvedé muchos clásicos del cine, hay coincidencia en responsabilizar a las televisiones de esta grave carencia cultural. Sobre todo a las públicas, que a las privadas les importa un comino el bagaje cultural de la audiencia, sino todo lo contrario. Claro que, si en el sistema educativo obligatorio se introdujera una materia como Cultura Audiovisual, otro gallo cantaría. Una pena. La televisión odia el blanco y negro (tan ligado al cine grande) por alguna extraña razón que pasaría por tumbar a los programadores en el diván del psicoanalista. Hay que bucear en los canales temáticos (TVG también los da en la madrugada del sábado al domingo) para encontrar clásicos y consumirlos sin orden ni concierto, con lo cual poco se conseguiría. Ahora bien, considerando que buena parte de estos filmes tienen un coste muy asequible, desde La Primera y La 2 a las autonómicas, debieran afrontar esta carencia con algo tan sencillo como reunir 50 obras maestras y emitirlas durante un año con el necesario apoyo (in)formativo. Y al año siguiente, 50 más¿ Otro gallo cantaría y de paso la joven audiencia vería recompensada su curiosidad y superaría una grave carencia intelectual.