Miguel Ríos, Deluxe y Nancho Novo, en el lugar de Pucho Boedo

Bea Abelairas
Bea Abelairas A CORUÑA

TELEVISIÓN

Crónica Los admiradores del cantante coruñés agotaron las invitaciones para presenciar una gala en el Palacio de la Ópera en la que amigos y discípulos lo homenajearon

05 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

?os fans que el pasado martes agotaron las invitaciones para asistir ayer en A Coruña a una gala en homenaje a Pucho Boedo pertenecen a varias generaciones. Algunos son de la que estaba haciendo la primera comunión cuando el artista del barrio coruñés del Ventorrillo cantó por última vez un diciembre de hace 20 años para, un mes después, dejar de respirar. La gran mayoría eran de la quinta de uno de los gallegos con más kilometraje y fama. Mucha de canalla, según Miguel Ríos. «Era un hombre con muchísima marcha, pero también una persona excelente que nos hizo amar la música a muchos», confesó el roquero en el escenario del Palacio de la Ópera y sin perder de vista la cámara. Y es que el homenaje -al más puro estilo Luar - se convertirá en un programa de televisión de canciones y muchos recuerdos. La orquesta Los Satélites fue recibiendo a todos los que quisieron estar en el lugar de Boedo. «Voy a cumplir un sueño. Os admiro desde que os veía en las fiestas de Muxía. Nunca habéis tenido un cantante tan malo», aseguró Nancho Novo que, junto a Xoel de Deluxe, se atrevió con una modernísima versión de A outra nai . Un clásico que hace suspirar a los emigrantes. También estuvo Prudencio Roma, el compositor de cabecera de Pucho Boedo, y se atrevió a desmitificar el aura de Jacques Brel, con el que compartieron escenario en París hace 40 años. «Cuando se emocionaba o cuando cantaba Ne me quitte pas , que era con lo que solía terminar, se le escapaba mucha saliva», relató Prudencio ante un auditorio que volvió a repetir el grito de guerra de los seguidores del cantante de A Silva. «Non morras Pucho», así se pedían los bises en los recitales de un gallego que para muchos es más que un mito. «De Pucho hay que hablar en presente, porque sigue vivo», apuntó Yolanda Vázquez, una de las presentadoras, y asintieron al tiempo muchas cabezas. «Era un fenómeno. Nin Sinatra, nin ningún outro», susurraba un carballés desde su asiento con lágrimas en los ojos. Los que le conocían dan fe de que Pucho Boedo era capaz de exprimir todo lo que podían dar la noche y los escenarios de las capitales europeas y americanas sabiendo que no había abandonado el terruño y generando ataques de morriña entre los gallegos de la diáspora. Ayer lo volvió a hacer.