Marte se queda vacío

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN

TELEVISIÓN

M.G.

Crónica | La despedida de Sardá Javier Sardá pasó página en la historia de los «late night» con el último programa de «Crónicas Marcianas», que tuvo una gran acogida con un 50% de share

22 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

?e histeria contenida. Así fue la despedida de Crónicas Marcianas , un programa que ha marcado un hito en la historia de la televisión española, que ha encumbrado a decenas de personajes y que, paradójicamente, ha llevado a su presentador y director a perder amigos conforme el espacio ganaba éxito. Ayer Sardá, con 1.285 programas a sus espaldas y ocho años de trasnochar, estaba más emocionado, catalán y mesiánico que nunca. Hizo apología de sí mismo y, en un sorprendente alarde de mal gusto, intentó erigirse en alma del movimiento antiguerra que en el 2003 recorrió España, y puso el drama del 11-M de traca final. Por la pasarela de Crónicas salió Sardá, pero también su grupo de últimos colaboradores (evitó el grupo de griton@s y neumátic@s de sus últimos estertores): Boris, muy Benicio del Toro y con rictus de enterrador; Rocío Madrid, a la que nadie hizo caso; Latre vestido de Latre; y los productores de Gestmusic, ante quienes Sardá se arrodilló. El victimismo de un programa incomprendido fue el hilo conductor de una mesa a la que se sentaron Manu Tenorio, los últimos expulsados de OT, Cárdenas, Deltell y el original Ortega, y donde bailó Jesús Vázquez y el ballet de OT, difícil de identificar como tal. Lo mejor de la noche, sin duda, el montaje de recuerdo sobre las caracterizaciones de Latre y el de las entrevistas imposibles de Deltell. Con camisetas de «nos vamos al paro», los técnicos del espacio, siempre tan presentes en las palabras y gestos de Sardá, cobraron nuevo protagonismo, con sus familias en las gradas recalcando el papel de víctimas con que el periodista catalán ha querido pasar a la historia de la televisión. Finalmente, un recuerdo a Joan Ramón Mainat, productor y amigo, un sencillo adiós con la mano.