Björk despliega su creatividad

Rebeca Mato MADRID

TELEVISIÓN

ANDREU DALMAU

La artista islandesa propone en «Medulla» una visión íntima y política de la vida

28 jul 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Es como una niña. Una niña que vende millones de discos, capaz de hacer crujir los motores de millones de fans, una niña que revoluciona el mundo de Hollywood con sus vestidos cisne, una niña que tiene niños, que rueda con Lars Von Trier, que actúa en el Liceo de Barcelona y que inaugura los Juegos Olímpicos de Atenas. Es sorprendentemente pequeña y pizpireta. Lleva un vestido desestructurado de color azul petróleo, lleno de pliegues y plisados en los hombros. Deja asomar las pantorrillas, cubiertas por unas medias fucsia, que se sustentan sobre unos curiosos zapatos abotinados de tacón. Cruzando el pecho, una bola de metal a modo de bolso. Dos pequeños brillantes adornan sus orejas. A un lado de la cabeza un moño, en el otro una coleta. Todo en ella parece de juguete. Es luminosa, resulta difícil imaginarla inmersa en los extraños parajes internos de los que deben surgir sus canciones más oscuras. Se sienta, rodeada de diez ávidos periodistas, frente un capuccino y una ensalada de frutas. Se acaba de despertar y huele a limpio y a perfume. Es Björk, el hada islandesa. «La persona más creativa del mundo», según su director de arte. Una mujer que ha logrado convertir su peculiar universo personal en un lenguaje que comparten millones de seguidores. Alguien le pregunta sobre el contenido político de su último álbum. En Mouth's cradle, dice: «Necesito un refugio para construir un altar lejos de todos los Osamas y los Bushes». Se revuelve en su silla, hace mohínes, habla del 11-S, mueve los brazos, emite cacofonías, entona cantos tiroleses. Nunca se sintió tan europea como cuando fue testigo de los desmesurados alegatos patrióticos de los estadounidenses. Dice que, al abrir la ventana de su casa, se asustó al encontrar decenas de banderas de barras y estrellas. Cantantes como Lou Reed o Sonic Youth se pronunciaron contra los árabes públicamente. «Entonces me dije: wow , ¿qué está pasando?», replica. «En realidad, prefiero las canciones. Para mí, el mundo se compone en un 2% de política, conflictos internacionales... el otro 98% lo forman las personas, las emociones, la fantasía...», explica. El universo estético que, inevitablemente, siempre rodea la figura de Björk, estuvo plagado de cisnes desde Vespertine. Ese cisne simboliza la fragilidad que se transforma en belleza. Aquel álbum fue un refugio mientras rodaba Dancing in the dark con Lars Von Trier. Después, dijo que jamás volvería a actuar. En uno de los temas de Medulla habla sobre esa experiencia: «En Show me forgiveness pido perdón por haber entregado todo mi interior a una persona, algo que jamás volvería a hacer, hay que ser autosuficiente».