Entrevista | Jesús García Dueñas El director e historiador del cine defiende la vigencia del legado fílmico del legendario productor Samuel Bronston, autor de varias grandes producciones de Hollywood
07 mar 2004 . Actualizado a las 06:00 h.Jesús García de Dueñas (Cáceres, 1939) ha hecho de todo en el mundo del audiovisual. Desde dirigir películas ( El asesino no está solo ), a realizar series prestigiosas para TVE ( Manuel de Falla ), o escribir la crónica de uno de los períodos más esplendorosos y peor conocidos de la historia del cine en España: el que se corresponde con el ascenso y caída del productor Samuel Bronston ( El Cid , 55 días en Pekín , La caída del Imperio Romano ...). Retirado de la primera línea de combate, García de Dueñas, que entre otros méritos presenta el no menor de haberse casado con Charo López cuando la actriz tenía 18 años, divide su tiempo estos días entre la dirección del Instituto Iberoamericano de Estudios de la Imagen y la docencia. En la Universidad de A Coruña acaba de impartir estos días un curso sobre el productor norteamericano, al que también ha dedicado un libro, agotado tras varias reediciones: El imperio Bronston . -¿El declive del Imperio Bronston pudo ser, quizá, la última gran oportunidad que tuvo el cine español de consolidar una industria pujante, de dimensión auténticamente internacional? -La leyenda negra de Bronston está fundamentada precisamente en esa cuestión. Durante todo este tiempo se ha mantenido que la presencia de Bronston en España significó una intromisión negativa para el desarrollo del cine español, cuando en realidad fue todo lo contrario. Cuando él llega, los estudios estaban desmantelados y los técnicos en paro. Su política de superproducciones sirvió para revitalizar una industria incipiente, que jamás superaría ya ese momento extraordinario. -Quizá la percepción actual que se tiene de Bronston venga marcada por sus relaciones con el franquismo y la Iglesia, ¿no? -Eso también forma parte de la leyenda negra. De un modo xenófobo, a Bronston se le consideró el colonizador extranjero que venía aquí a llevárselo todo. Es evidente que estableció contactos al más alto nivel político y económico, que procuró buscar ventajas para sus proyectos, como hacen todos los productores, y eso le granjeó enemistades. Además tuvo que vérselas con el núcleo judío de su propio país, que no veía bien que recibiera el lazo de Isabel la Católica, ni que aspirase a independizarse de Hollywood, lo que precipitó el colapso de su imperio. -¿Bronston fue un visionario, un artista o un pillo? -Un productor tiene que ser una mezcla de todas esas características, pero a la vez, Bronston tenía un criterio artístico propio. Llevaba el cine en la sangre y era un productor-autor: todas sus películas escondían tramas y personajes que reflejaban su ideología estética y poética, su vida personal. Su tema favorito era el ascenso y caída, estaba obsesionado con la ruina. -Usted sostiene que «La caída del Imperio Romano» es muy superior a «Gladiator». ¿No teme que puedan lincharlo? - Gladiator es un plagio de La caída del Imperio Romano . En cuanto al aspecto visual, a la espectacularidad, no hay color entre una y otra. No es lo mismo rodar en el foro romano que recrearlo de manera virtual: los adoradores de las técnicas digitales aún no han logrado la perfección de los decorados corpóreos. Además, en cuanto a estructura dramática, La caída del Imperio Romano posee un guión mucho más trabajado. -Usted ha sido un histórico de TVE, donde realizó series y películas y escribió muchos guiones. ¿La televisión que usted contribuyó a hacer, sobre todo durante la Transición, tenía más calidad que la de ahora? -La televisión se divide entre informativos y programas. Durante el franquismo y la Transición, los informativos estaban al servicio del poder, justo igual que ahora. Pero el resto de la programación era mucho más libre y tenía más calidad que la que se hace en estos momentos. Las series y películas de entonces tenían prestigio europeo, podían compararse con las de la BBC. Me siento desconcertado por lo que estamos viviendo: el nivel de todas las televisiones, públicas y privadas, atraviesa su peor época de degradación. Y lo peor es que esto no tiene solución. -Los políticos, metidos en campaña, prometen ahora medidas para higienizar el medio. ¿Usted se lo cree? -Es el tiempo de las promesas. Igual que soy muy escéptico con las subidas de pensiones y rebajas de impuestos, creo que ningún político se propone cambiar lo que hay. -Usted dirige el Instituto Iberoamericano de Estudios de la Imagen. ¿No cree que el cine español ha desaprovechado sistemáticamente la oportunidad de abrirse al mercado latinoamericano? -Ese tren se ha perdido muchas veces a lo largo de la historia. Sólo el productor Cesáreo González supo aprovecharlo en su momento, pero exclusivamente para beneficio personal, con aquellas cosas sobre madres patrias, la Hispanidad y demás tonterías. Ahora, sin embargo, observo ciertos síntomas esperanzadores con las coproducciones que se están llevando a cabo entre España y Argentina y México.