Eterno Van der Rohe

Susana Basterrechea A CORUÑA

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Gurú de la modernidad hecha casa o silla, e inmune al paso del tiempo, su estilo no muere aunque él lo hiciera en 1969. La Barrié expone en A Coruña 18 de sus piezas

21 ene 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

En plena era Ikea, Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969) es la quintaesencia de la modernidad. Sus muebles se reeditan y se copian, y su legado arquitectónico es la fuente de la que aún se bebe 35 años después de su muerte y ocho décadas después de que comenzase a dejar su inconfundible impronta en edificios y muebles. La Fundación Barrié inicia hoy (20 horas) en su sede de A Coruña un viaje por la etapa europea de este arquitecto universal nacido en la localidad alemana de Aquisgrán. La exposición Mies van der Rohe. Arquitectura y Diseño en Barcelona, Stuttgart y Brno explora la relación del Mies diseñador de interiores y el Mies arquitecto a través de tres de sus obras europeas más destacadas, creadas entre 1927 y 1930, -antes de emigrar a Estados Unidos y crear la casa Fansworth o el edificio Seagram-, y para las que diseñó la mayor parte del mobiliario: las viviendas experimentales de Weissenhof en Stuttgart, el pabellón alemán para la Exposición Universal de Barcelona y la Villa Tugendhat de Brno, en Checoslovaquia. Rabiosa actualidad «Fue el inventor de un diseño por el que el tiempo no pasa», explica Alexander von Vegesack, director del Vitra Design Museum, organizador de la muestra. Van der Rohe es uno de los contadísimos grandes maestros, con permiso de Le Corbusier, Frank Lloyd Wright (que también tuvieron exposición en la Barrié) y Walter Gropius, por la trascendencia que ha tenido su obra y por su influencia en la evolución de la arquitectura y el diseño. ¿Pero por qué sigue de rabiosa actualidad? «Por su énfasis en la simplicidad, las superficies lisas, la elegancia en la elección de los materiales y en las líneas», aclara el director del Vitra Design Museum. «Es de los pocos arquitectos que tomaron la decisión de basar sus edificios en las proporciones, no sólo como simples números, sino como números que poseen las características de cantidad y calidad. Su obra es inmune a las críticas ideológicas y las formas estéticas», agrega. Innovación constante Van der Rohe innovó en la colonia Weissenhof al trasladar por primera vez a viviendas el esqueleto de acero, típico de las fábricas, y aplicar el concepto de planta libre. También decoró dos de los apartamentos y acuñó la silla en suspensión. Su pabellón de Barcelona constituyó otro hito en la historia de la arquitectura y, una vez más, del interiorismo. Su silla y su taburete Barcelona, en cuero blanco y estructura de acero plano, siguen de rabiosa actualidad y son símbolo de elegancia. A la Villa Tugendhat llevó también el esqueleto de acero y dentro utilizó cortinas de terciopelo para marcar distintos espacios y repitió con el perfil plano de las sillas. «El diseño de muebles era para él una versión en miniatura de su arquitectura», asegura Von Vegesack. «El interiorismo en la época de Mies era distinto al de hoy, ocupaba un lugar diferente. Los arquitectos de antes experimentaban para crear los muebles que mejor se adaptasen a sus edificios; ahora eso ya no pasa». Contenidos La Barrié ha logrado reunir 18 piezas originales. Además, incluye otras nuevas (maqueta, vídeo, planos y fotos), prestadas por la Fundación Van der Rohe de Barcelona, y publicaciones alemanas de la época. Se verán varios modelos de la silla en suspensión, que creó «por accidente». «Era de base rectangular. Cuando la vio, dijo que era aburrida. Y la hizo curvada», cuenta. Al ir a patentarla, le entró el miedo de que al probarla no gustase. El funcionario se sentó, empezó a balancearse y sonrió. Mies presentó entonces dos patentes: para una silla de dos patas y para una silla en suspensión. Por eso su credo fue «menos es más». Luego se lo tomaron prestado.