Mario Vargas Llosa leyó Los Miserables en su infancia. Le deslumbró tanto la «ambición casi ilimitada» que encierra esta novela que no quiso volver a leerla hasta que en 1982 le ofrecieron prologar una reedición. Descubrió entonces que la obra que le fascinó de niño conservaba su magia. «Tiene un alimento muy rico para lectores adultos e incluso para lectores muy exigentes», afirmó ayer en la sede de la Universidad Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander donde imparte un curso sobre la novela de Víctor Hugo. Al estudiar en profundidad la novela, Vargas Llosa descubrió que su autor invirtió media vida en su elaboración. La escribió en varias ocasiones e incluso llegó a abandonarla. En cada revisión fue añadiendo vivencias y experiencias históricas hasta confeccionar lo que el escritor peruano considera «una gran representación literaria del siglo XIX». Para el escritor peruano, «los temas que contiene la novela son muy actuales aunque aparecen encarnados en realidades muy distintas». Además del curso sobre Víctor Hugo, Vargas Llosa está en Santander porque hoy será el encargado de leer la laudatio en la entrega del Premio Menéndez Pelayo a Nélida Piñón.