Vargas Llosa: «Lo importante no es llegar al paraíso, sino buscarlo»

Miguel Lorenci MADRID

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El escritor presentó la obra en la que reconstruye la vida de Flora Tristán y Paul Gauguin La historia es un recorrido por la persecución de dos utopías dispares y apasionantes

01 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

?Lo importante no es llegar al paraíso, sino buscarlo, y un escritor lo busca a través de sus fabulaciones sabiendo que nunca lo alcanzará». Así se expresa Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936), escritor y premio Cervantes que se muestra contrario la guerra y dice no comprender bien la postura de Aznar. Vargas Llosa entrega al lector su esperada nueva novela, El paraíso en la otra esquina (Alfaguara). Es un fascinante recorrido por la persecución de dos utopías dispares y apasionantes, la de la pionera del feminismo y luchadora por la igualdad Flora Tristán, y la que su nieto, el pintor francés Paul Gauguin emprendiera en pos del arte más puro, salvaje y primitivo. Flora Tristán era una antigua fascinación para el escritor peruano-español desde que leyó en tiempos de estudiante Peregrinaciones de una paria . Durante años tomó notas hasta que se coló entre sus intereses su sobrino, Paul Gauguin, que como Flora Tristán había pasado unos años en Perú. Vargas Llosa comprendió que a la abuela y al nieto, que no se conocieron, les unía su afán utópico, su búsqueda del paraíso, si bien les movían anhelos e inquietudes muy distintas. Sus utópicas peripecias articulan así la novela.«La figura rebelde, temeraria, vitalista e ingenua de Flora Tristán me pareció seductora. Nunca abandoné el proyecto de escribir sobre ella y sólo cuando me puse con la novela se me ocurrió integrar a Paul Gauguin», explica Vargas Llosa en su soberbio y soleado piso madrileño. «Eran temperamentos y sicologías semejantes, por más que sus utopías fueran diferentes; les unía el empeño con el que se entregaron a la realización de esa ilusión y el carácter para afrontar enormes sacrificios», indica el escritor. «Era un contrapunto interesante y cubría además todo un siglo de utopías de grandes sueños en lo político, social y artístico», agrega.Advierte, sí, que alimentaban utopías «distintas y complementarias. La de Flora Tristán es social, tiene que ver con la justicia, con la colectividad y un ideal de igualdad de un mundo sin discrimación. La de Gauguin es artística. Tiene que ver con al belleza y no con la justicia social, que le traía al pairo. Su sueño es que la belleza esté al alcance de todos y sea expresión de la vida de todos», compara el escritor.Fueron además dos grandes adelantados, argumenta Vargas Llosa, ya que «Flora Tristán se anticipa a Marx enunciando la idea de que los obreros y mujeres, unidos por encima de fronteras y naciones, constituirían una fuerza revolucionaria. Es una idea que patentará el Manifiesto Comunista cuatro años después de que Flora publicara La unión obrera . Ni Marx ni Engels, que seguro que la leyeron, le reconocieron su condición pionera», lamenta el autor de La fiesta del chivo .