«Llevo 52 años en una cárcel»

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ÁNGEL DÍAZ

En pleno éxito de su recuperada carrera musical, la cantante relata una vida llena de sufrimiento en «Calla, canalla», un libro «muy duro, como la vida misma»

02 dic 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Esta vez se dejó en casa el plumaje de pavo real, pero no la actitud de diva proletaria, ni el sentimiento de mujer herida por la vida, ni las lindezas léxicas habituales. «¡Callaros, coño!», ordenó María Jiménez a la concurrencia al comienzo de la presentación de su libro de memorias, titulado -valga la redundancia- Calla, canalla (Plaza y Janés). Pero enseguida apareció el otro lado de esta mujer exagerada para lo bueno y para lo malo, y al cabo de un minuto las lágrimas le cortaron el habla, porque le acababan de decir que se prepara una segunda edición del libro, síntoma de que el lanzamiento va de perlas. De un tiempo a esta parte, la Jiménez está otra vez en los papeles a raíz de su regreso al mundo de la canción, primero de la mano de La Cabra Mecánica y, más recientemente, con sus versiones de Joaquín Sabina, recogidas en el disco Donde más duele. Pero con ello ha pagado el peaje de verse sometida a la persecución de la prensa rosa, mayormente por su tormentosa relación con el actor Pepe Sancho. Ayer, los periodistas del cuore eran mayoría, y ella, aunque parecía contrariada, no eludió el tema. «Al lado de mi marido he hecho seis carreras; he visto cómo follan las lagartijas (sic)». A continuación, sintetizó sus demonios personales, también incluidos en este libro: «La muerte de mi hija me costó siete años de locura. Después de 22 años de casada, me dan una puñalada y se me vuelven a abrir las heridas. Pero, por favor, no pongan fotos de los dos difuntos de mi vida». Eso sí, la artista lanzó una advertencia a los buscadores de morbo: «Es un libro que no habla de camas». ¿Por qué?, inquirió alguien. «Por la misma razón que no digo cuándo cago (sic)». Musa de la Transición María Jiménez hizo fama en los años de la Transición, cuando ejerció de musa erótica castiza en los tiempos casposos del destape. También en aquella época comenzó a dedicarse a la canción (su primer disco se publicó en 1976), luciendo siempre un estilo agresivo y espontáneo que no ha perdido con el paso del tiempo. Lo dejó claro ayer, cuando explicó que traía un regalo para sus amigos. «Son unos pañuelos con dibujos que hice yo misma, durante aquella soledad acompañada y puteada. Dicen que no se deben regalar pañuelos, ni cosas amarillas, ni plumas. Pero eso yo me lo paso por el coño (sic).» «Con este libro he aprendido muchas cosas; entre ellas, por qué Dios escribe recto con renglones torcidos: la vida está llena de dificultades. Me han dicho que es un libro muy duro, pero es como la vida misma». María Jiménez parece rodeada de un halo de despecho. Pero al final deja un mensaje esperanzado, cuando le preguntan cómo se ve en el futuro. «Muy mariquita», bromea. Y añade: «Llevo 52 años metida en una cárcel. Ahora quiero vivir».