LA RUTA DE LAS ESTRELLAS
21 feb 2002 . Actualizado a las 06:00 h.En Prueba de vida, Meg Ryan le pregunta a Russell Crowe por su acento australiano. Los yanquis dicen que es demasiado evidente y que no se esfuerza en evitarlo, como una seña de identidad. En el Imperio del Cine eso no gusta, como otras actitudes del actor frente al american way, así que Crowe triunfa contra pronóstico. Algunas de sus primeras películas australianas siguen sin estrenarse en España, a pesar de la fama del actor. Y otras sólo nos han llegado en vídeo o vía televisión. En ellas, Crowe despliega una versatilidad inexistente en su carrera americana. En Australia hizo de skinhead (Romper Stomper), de homosexual (Nosotros dos), de aviador inseguro (For the moment), de rebelde sin causa (The crossing), y hasta de una especie de capitán Acab, que persigue a un caballo en Silver Brumby. En Virtuosity, su primera película americana, Crowe era un replicante tipo Blade Runner, pero más plano. Ahí se hicieron evidentes su laconismo y rigidez facial que le han valido comparaciones con Robert Mitchum. Algunos hablan de presencia, otros de graves carencias y a los que le encontraron similitudes con Bogart, no sabríamos que decirles. Sus papeles en Huida desesperada, Rápida y mortal o Hechizo en la ruta maya no ayudan a alejarle de la reputación de inexpresivo. Y Breaking up es una horripilante comedia en la que pierde su guerra de sexos con Salma Hayek. L.A. Confidential y el papel de policía tierno y brutal, que ya había ensayado en La fuerza de la sangre, le convirtió en icono contemporáneo. De Gladiator, sólo sorprende la fijación de Ridley Scott por los primeros planos de las manos. Y El dilema nos devuelve la fe en las posibilidades interpretativas y camaleónicas del actor que son otro dilema que esperamos aclarar en A beautiful mind.