La Fervenza de Callobre, un tesoro natural y patrimonial

David Cofán Mazás
David Cofán A ESTRADA / LA VOZ

SOCIEDAD

Las lluvias de los últimos meses provocan una espectacular estampa de la cascada.
Las lluvias de los últimos meses provocan una espectacular estampa de la cascada. Miguel Souto

A poco más de seis kilómetros del centro de A Estrada se encuentra un paraje que aúna tradición, mística y naturaleza. Con un salto de agua de casi 10 metros, es una joya olvidada de la zona

25 may 2024 . Actualizado a las 21:34 h.

El de A Estrada es un concello inmenso. Son 51 parroquias y varias decenas de kilómetros buena falta hacen para descubrir sus recovecos más especiales. Imaginen la cantidad de tesoros naturales y patrimoniales que se pueden encontrar aquí. Uno de ellos, de los más impresionantes, está enclavado entre dos parroquias. Los caprichosos límites de la cartografía dividen el hermoso botín entre Callobre y Cereixo, aunque el grueso de la atracción está en el primero y es quien lo bautizó con su nombre.

La Fervenza de Callobre es un salto de agua de unos diez metros que engrandece al humilde río Curantes. Un paraje natural espectacular que se puede recorrer —no sin dificultades— en una pequeña ruta de senderismo. La ingente cantidad de agua que cayó en los últimos meses en A Estrada hace que la estampa de la cascada sea espectacular, con mucho caudal que golpea de forma estruendosa al otro lado, para que el agua continúe su camino en Cereixo.

Sin duda el verano es la época más apta para visitarlo. El sendero que lleva al mirador no está exento de dificultades. El paso del tiempo y la falta acondicionamiento en los últimos tiempos, hace que los puentes de madera que cruzan el río sean muy resbaladizos, ello supone que recorrerlo en épocas del año pluviosas y frías sea muy poco recomendable para niños y personas con movilidad reducida.

Con calzado adecuado y mucho tiento, el camino maravilla a quienes lo emprenden. Porque no todo es la cascada. La ruta comienza adentrándose en un área coronada por el Castro de Callobre, punto donde se asentó una comunidad castrexa en la Edad de Hierro. Los vecinos de la parroquia lo rescataron del abandono para celebrar en él la fiesta de San Xoán y aprovechar la magia del enclave rodeado por el río y sus afluentes.

En este asentamiento se encuentra la Cova dos Mouros, que condimenta el paseo con las leyendas sobre esta cavidad como guarida de los seres mitológicos que pululaban por el entorno.

Camino abajo está el primer puente que atravesar, cruzando el Curantes para llegar a la orilla izquierda, donde continúa el sendero. La maleza es alta, pero no impide el paso. El visitante avanza acompañado por el murmullo del río a un lado, y por antiguos molinos al otro. Los Muíños de Maceira, que datan de 1923, aparecen a mitad de trayecto. Completamente atrapados por la vegetación y con un cartel que prohíbe el paso por el peligro de desprendimiento, es el claro ejemplo del abandono rural y cuán beneficioso sería para el municipio que las administraciones pusieran más empeño en cuidar un paraíso natural y patrimonial como este.

Justo antes del mirador aparece el último reto. Un puente de madera colocado encima del tronco de un árbol. No hace mucho unas cuerdas en los laterales permitían acceder con cierta seguridad, pero ya no están. En medio nace una rama que sirve de salvavidas, donde uno se puede agarrar para avanzar la otra mitad con mucha precaución. La recompensa es una preciosa vista desde el mirador, donde incluso mojar los pies en verano en una pequeña poza aledaña.

Recomendaciones

Lo más recomendable es visitarla en verano, cuando el terreno está menos resbaladizo. Aunque siempre con mucha precaución y con calzado cómodo y adecuado para realizar senderismo