Año 2046, conversación con la última ballena de la Tierra

SOCIEDAD

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El documental «Fathom» sigue a dos científicas que tratan de comunicarse con estos gigantes del océano

24 abr 2023 . Actualizado a las 08:02 h.

La era del Antropoceno afronta un destino que no está exento de cierta paradoja. Dado el avance tecnológico de nuestros días, cuesta imaginar que no será capaz de conseguir el ingenio humano en solo unas décadas. Sin embargo, el mundo tal y como lo conocemos puede ser un lugar del todo inhóspito debido al deterioro ambiental.

Se podría decir entonces que las sociedades modernas ponen hoy los cimientos para crear un progreso para un mañana que realmente no llegará a producirse, al menos no cómo lo entendemos actualmente. Esta es la premisa que plantea Un futuro desafiante (Apple TV), que cuenta con un espectacular reparto (Meryl Street, Diana Lane y Marion Cotillard, entre otros muchos).

La serie ofrece un retrato de la sociedad contradictoria en la que viviremos entre el 2037 y el 2070. Las intensas olas de calor, las persistentes sequías y el aumento del nivel del mar afectan a todo el planeta. Hay graves problemas para disponer de agua y comida. Las migraciones climáticas son un fenómeno cotidiano, igual que los conflictos sociales y las revueltas.

Sin embargo, en este futuro caótico, la tecnología ha seguido evolucionando hasta tal punto que en el año 2046 es posible comunicarse con las ballenas y tener una conversación fluida con ellas. Un hito del que la ciencia podría sentirse muy orgullosa, si no fuera porque solo queda una en todo el océano. La secuencia que protagoniza una oceanógrafa y el último ejemplar vivo del animal más grande del mundo podría explicar por sí sola cómo se ha llegado a ese extremo.

Cuando la hembra de la ballena jorobada creía que su situación no podría empeorar, la científica le confiesa un terrible engaño del que ha sido víctima, demostrando una vez más que en los momentos más extremos, el ser humano siempre es capaz de lo mejor y lo peor.

«Fathom»

Viendo cómo charlan una mujer y una ballena de una manera tan natural, es lógico recordar que solo se trata de ficción. Pero en la misma plataforma hay disponible un documental que muestra cómo la ciencia ya está empezando a desentrañar el idioma de estos gigantes del océano. Las biólogas Michelle Fournet y Ellen Garland protagonizan Fathom, descifrando las profundidades.

Sus estudios representan la prueba definitiva de que no hay criaturas en este planeta más extraordinarias, salvo nosotros. «Hemos estado estudiando el canto de las ballenas durante medio siglo y todavía no sabemos por qué lo hacen. Los pájaros también cantan, pero el caso de las ballenas, sobre todo las jorobadas, es probablemente la forma de comunicación más compleja que existe en la naturaleza después de la nuestra», reconoce Fournet, de la Universidad de St. Andraws (Escocia).

El documental sigue a las dos investigadoras durante sus trabajos de campo en el Pacífico sur y Alaska. Uno de los experimentos consiste en recrear un canto artificial y engañar a una ballena de que hay otra que está tratando de comunicarse con ella. «Si pudiéramos escuchar a todas las ballenas juntas a la vez, la mayoría de los sonidos serían cantos. Entre todos, hay uno en concreto que creemos que es el más importante. Lo llamamos Whup y lo producen todas las jorobadas. Queremos saber qué tiene de especial. La mejor forma de hacerlo es recrear el sonido y ver cómo reaccionan», apunta.

«Lo que hemos aprendido durante décadas de investigación es que los cantos sirven para algo más que para aparearse. Se vuelven más complejos y se transmiten a poblaciones lejanas. Se trata de un fenómeno cultural que se extiende por todos los océanos. En un par de meses, todas las ballenas conocen ese sonido», destaca Ellen Garland, investigadora de la Universidad de Cornell.

El trabajo de Ellen y Michelle pone de manifiesto que la cultura más antigua que existe en la Tierra no es la humana, sino que habita en las profundidades. «Creíamos que era una especie solitaria porque la mayoría de las veces las vemos solas, pero estábamos equivocadas. Hace unos 40 millones de años, sus cerebros desarrollaron una enorme complejidad y mucho antes de que anduviéramos erguidos y descubriéramos el fuego, su conciencia floreció porque se volvieron sociales. El sentido de la vista y el oído se fusionaron y eso permitió que las ballenas se vieran mediante el sonido. Así, evolucionaron para entablar relaciones en la oscuridad», concluye Garland.